Preocupa en el Vaticano la salud del Papa Francisco
Cancelaciones imprevistas y el hermetismo del Vaticano aumentan la incertidumbre.
Una serie de cancelaciones imprevistas de actividades programadas y el hermetismo del Vaticano aumentan la incertidumbre y preocupación por la salud del Papa Francisco, quien este viernes suspendió su visita a un hospital de Roma.
La sala de prensa de la Santa Sede informó que una “leve indisposición” obligó al pontífice a anular una actividad en el Policlínico Gemelli, ubicado en el norte de la capital italiana, que debió empezar a las 15:30 horas local (13:30 GMT).
La suspensión fue de último momento, de hecho cientos de personas se habían congregado en una plaza dentro del complejo del hospital, donde todo estaba listo para que el Papa oficiara una misa.
En un inicio se informó a los periodistas que el Papa llegaría 30 minutos tarde, luego se anunció la cancelación del encuentro.
Esta es la segunda ocasión en que el Papa Jorge Mario Bergoglio cancela sus actividades en el lapso de dos semanas y la cuarta en lo que va de este año. El Vaticano siempre ha explicado la situación al argumentar “indisposiciones”.
Los días 9 y 10 de junio pasados, el Papa canceló varias audiencias. Aunque públicamente se dijo que había reposado, en realidad se divulgó después que sí tuvo algunas actividades.
La tarde del lunes 9 concedió una entrevista televisiva al periodista portugués Henrique Cymerman, en un salón de la Casa de Santa Marta.
Al finalizar la entrevista, antes de despedirse, Francisco dijo: “Se me reseca la boca muchísimo, todo es por la pastilla”. El periodista le respondió: “Tiene que descansar (...) ahora un poco”.
Pese a las palabras del Papa, el Vaticano negó que él tome medicamentos.
Al menos así se lo dijo uno de sus colaboradores más cercanos, el sacerdote argentino Guillermo Karcher. “No se medica, lo digo oficialmente”, insistió el miembro de la Oficina de Ceremonias Litúrgicas del Sumo Pontífice.
Un día después, el 10 de junio, Bergoglio sostuvo un encuentro de dos horas con más de 60 seminaristas de la congregación Franciscanos de la Inmaculada.
¿Qué había pasado entonces ese lunes, que lo había obligado a suspender actividades? Lo explicó el mismo Papa el día 17 de junio, al recibir en audiencia a los integrantes del Consejo Superior de la Magistratura de Italia.
“Les pido perdón por la otra vez, de verdad. A mitad de la mañana tuve un desvanecimiento, fiebre y tuve que cortar las actividades, me disculpo por eso”, dijo ante los magistrados, a quienes había dejado plantados siete días antes.
Pero, la sala de prensa de la Santa Sede se ha resistido a entrar en detalles.
Algunas fuentes hablan de un “golpe de calor”, otras de “pico de estrés”, se trata siempre de versiones extraoficiales, porque de manera oficial “la vida privada del Papa no se comenta”.
Las especulaciones sobre el real estado de salud del pontífice crecen en especial por otras cancelaciones imprevistas a eventos programados.
El pasado 16 de mayo suspendió todas sus actividades en agenda y un día después canceló un acto en el santuario mariano de la Virgen del Divino Amor, ubicado a las afueras de Roma.
El 28 de febrero de este año comunicó, también a último momento, que no podría asistir al Seminario Romano a un encuentro con estudiantes, a causa de “unas líneas de fiebre”.
El 4 diciembre de 2013, no pudo recibir en audiencia al cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, a causa de un cansancio repentino. Mientras el 15 de noviembre anterior suspendió varias reuniones por un resfrío.
Lo cierto es que el Papa trabaja mucho y descansa poco. Todos los días se levanta a las 04:30 de la madrugada y se acuesta en torno a las 22:00 horas. Su ritmo es extenuante, con actividades continuas, aunque los martes deberían ser su día de descanso, él lo utiliza también para laborar.