Plantea Brasil cambiar política exterior hacia Cuba
La restitución de relaciones con EU es un factor muy influyente en la zona.
El cambio de La Habana respecto a su acercamiento a Washington, sin duda el acontecimiento político más relevante en la historia contemporánea del continente americano, plantea a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, un desafío que se suma a los serios conflictos internos que padece su gobierno, reinaugurado el pasado 1 de enero.
Desde el Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, los experimentados diplomáticos brasileños afirman que, tras el nuevo “factor Cuba”, América Latina podrá tomar otros rumbos, y no cabe duda, aseguran, que ello afecta de un modo especial a Brasil.
No soslayan que, en el subcontinente, Brasil es punto clave, cuya mayor formación política, el Partido de los Trabajadores (PT), desde hace doce años en el gobierno, ha mantenido hasta la fecha lazos políticos y diplomáticos cercanos con una nación que parece empezar a cambiar tardíamente.
La diplomacia brasileña, seria y profesional desde que el barón de Río Branco, José da Silva Paranhos, puso sus bases a fines del siglo XIX, está convencida de que Brasil se verá obligado a replantear las relaciones con la nueva Cuba.
Esto deberá ocurrir por más lenta que pueda ser la democratización isleña, ya que hasta Fidel Castro tuvo el atrevimiento de admitir que el modelo cubano “ya no sirve ni para Cuba”.
Como ha afirmado el diario O Estado Sao Paulo, Brasil es un país “cuya identidad fue parcialmente forjada por la diplomacia que le brindó una respetable reputación internacional”, recordando las tesis y propuestas del barón de Río Branco, artífice de ese reconocido y señalado prestigio.
Para otros internacionalistas, tal vez sea solamente una coincidencia histórica; pero es cierto que, en los últimos años en que el gobierno de Brasil dejó de lado la estima y el apoyo a una fuerte política exterior, las cosas fueron descomponiéndose internamente, al tiempo que la positiva imagen brasileña hacia el exterior se iba disolviendo.
Dilma Rousseff inició su segundo mandato con nuevos desafíos y, según la crítica de la oposición en el Congreso, en la cual la derecha pesa como nunca antes, “en el Palacio de Itamaraty hay una crisis de identidad”.
En el nuevo gabinete, el recién designado como ministro de Relaciones Exteriores, Mauro Luiz Ieckert Vieira, de efímero y discreto paso por México como encargado de promoción comercial, adquiere una importancia de gran trascendencia.