Niños regresan a clases en una prisión de Texas
Más de 200 niños inmigrantes viven en el Centro Residencial del Condado Karnes, esperando ser deportados.
En un aula vigilada por cámaras de seguridad, alumnos de tercero y cuarto grado leen en español un cuento sobre ratones.
En un campo de fútbol con césped artificial, estudiantes de séptimo, octavo y noveno grados juegan con entusiasmo y alboroto, sin prestar atención a los muros que rodean la cancha.
Para unos 200 niños inmigrantes que huyeron a Estados Unidos con sus madres, en su mayoría de Centroamérica, es otro día en la escuela, excepto que están en una prisión federal de inmigración y podrían ser deportados.
Las clases se imparten ocho horas diarias en el Centro Residencial del Condado Karnes. El El día comienza con el juramento de fidelidad a las banderas de Texas y Estados Unidos, en inglés.
En medio de una ola de familias y menores no acompañados que llegan a Estados Unidos desde México, las autoridades han convertido lo que era una instalación para varones en Karnes, unos 80 kilómetros de San Antonio, en un albergue con capacidad para 532 mujeres y niños. Luego se coordinaron con un distrito escolar cercano para comenzar a darles clases.
El Centro Residencial Karnes permite a los detenidos moverse libremente en toda la instalación y disfrutan de acceso gratis a internet, televisores de pantalla plana y una peluquería. En vez de guardias lo que hay son "asesores residentes".
Hay instalaciones similares en Leesport, Pennsylvania, y Artesia, Nuevo México. El centro de Leesport ofrece clases, mientras que el de Artesia planea ofrecerlas en pocas semanas.