Exhuman 21 restos humanos en aldea fantasma de los Andes
Los cadáveres corresponden a víctimas de un conflicto armado del siglo pasado.
Esta solitaria aldea de tierras fértiles y pájaros que cantan en la margen del río Apurímac guardó durante tres décadas los cadáveres de sus pobladores, asesinados a tiros por las fuerzas de seguridad que los acusaron de ser miembros de Sendero Luminoso.
La última semana la única sobreviviente, Dolores Guzmán, de 50 años, interrumpió en Lima su trabajo como vendedora ambulante de huevos sancochados para viajar 396 kilómetros en autobús e internarse a pie otros 18 junto a los forenses de la Fiscalía para ubicar las fosas que las mismas víctimas cavaron horas antes de ser asesinadas.
Llegar al lugar es difícil. No hay señal telefónica ni caminos en esta zona suroriental del país conocida como Oreja de Perro, por donde transitan jóvenes quechuas que cargan cocaína en mochilas y también las últimas columnas armadas de Sendero Luminoso.
Allí se hallaron 21 restos humanos, entre ellos los de ocho niños y un neonato, dijo Luis Rueda, el arqueólogo forense jefe de la operación.
Todos eran campesinos de pueblos altiplánicos arrasados que apostaron por la neutralidad durante el conflicto armado entre Sendero y las fuerzas de seguridad que dejó 70 mil víctimas entre 1980 y 2000, según un informe de la Comisión de la Verdad.
Aún quedan las ruinas de sus casas construidas con palos y ramas de diversos árboles locales.