Dedican exposición a supervivientes de la Segunda Guerra Mundial
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, ocho millones de desplazados vivían en Alemania.
La localidad de Bremerhaven, en el norte de Alemania, fue, después de la Segunda Guerra Mundial, la puerta de salida del país para muchos trabajadores forzados, presos de guerra e internos en campos de concentración nazi que buscaron una nueva vida al otro lado del Atlántico.
Una exposición, abierta hasta el 30 de noviembre en la Casa de los Inmigrantes de esa ciudad, documenta la llegada de esos supervivientes en Estados Unidos.
“Displaced Persons. Überlebende des Holocaust 1938-1951” (“Desplazados. Supervivientes del Holocausto 1938-1951” es una importante recopilación de fotografías en blanco y negro tomadas por el alemán Clemens Kalischer, que durante dos años fotografió a quienes huían de Alemania a su llegada a Nueva York.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, ocho millones de desplazados vivían en Alemania. Se trataba de antiguos presos de campos de concentración, trabajadores forzados y presos de guerra que habían sido deportados por los nazis de sus países de origen y habían sobrevivido al terror de la Alemania hitleriana.
El propio Kalischer había sufrido también el horror nazi en carne propia y había sido uno de esos inmigrantes: en 1933 se marchó con su familia judía de Berlín a París, pero durante el inicio de la guerra fue reclutado como trabajador forzoso hasta que en 1942 consiguió huir a Estados Unidos.
Para sus fotografías le interesaba la gente normal, no los famosos y entonces comenzó a ir a la sala de desembarco de los viajeros de los barcos del otro lado del Atlántico para observar los emotivos reencuentros de la gente con sus familiares.
En las fotografías de los reencuentros enseguida llama la atención el contraste entre la elegante vestimenta de quienes recibían a los recién llegados con la de éstos últimos, retratados con aspecto casado y gesto nervioso.
“Mi padre fotografiaba a la gente sin que se notara”, cuenta su hija Tanya Kalischer. Llevaba su cámara reflex colgada de la tripa y podía disparar sin que nadie se diera cuenta. No preguntaba los nombres y tampoco se sabe qué fue de las personas de las fotos.
“A su llegada a Estados Unidos la gente estaba profundamente herida psicológicamente y físicamente agotada”, cuenta la directora de la Casa de Inmigración de Bremerhaven, Simone Eick.
Sólo con una familia que Kalischer fotografió a su llegada a Nueva York mantuvo contacto durante un tiempo. Era una familia alemana judía que se había escondido de los nazis y a quien a su llegada a Estados Unidos ayudaron los Kalischer.
La hija de la familia está retratada en la exposición, una niña de unos seis años que lleva una muñeca en la mano y rodeada de enormes maletas. La exposición se complementa con la biografía de otras personas que emigraron a Estados Unidos, investigada por la Casa de los Inmigrantes de Bremerhaven, que documenta el viaje hacia un nuevo comienzo en ultramar.
La muestra se complementa con cine documental, testimonios autobiográficos, objetos de recuerdo e instantáneas familiares. Una de esas supervivientes fue Esther Bauer, que salió con vida de Teheresienstadt, Auschwitz y Mauthausen.
Hoy tiene 90 años. “Vives en una cápsula, no te emociona nada, sólo sobrevives”, narra Bauer sobre sus vivencias a su paso por el gueto y los campos de concentración, algo que podía haber sido muy diferente.
En 1939 su padre acompañó dos transportes de niños judíos de Hamburgo a Londres, pero su propia hija no estaba ahí. Bauer no comenzó a hablar de sus vivencias hasta 40 años después.
También la belga Elza Neirynck fue deportada como trabajadora forzosa y acabó en la casa de sus futuros suegros. El vestido de novia con el que se casó en 1944 con el soldado alemán Karl-Heinz Schüler puede verse en la exposición.
La acogida en Estados Unidos no fue sencilla. En los años 30 hubo debates en Estados Unidos sobre la acogida de refugiados judíos y 10 años después sobre la de los desplazados durante la guerra.
Incluso Washington se planteó en 1943 deportar a todos los desplazados. Cinco millones fueron repatriados, una historia que también se cuenta en la exposición con documentos históricos, fotografías mapas y estadísticas de los desplazados que procedían de Alemania, Bélgica, Polonia o Checoslovaquia, entre otros.