Católicos devotos se crucifican en Filipinas en este Viernes Santo
A pesar de que la iglesia Católica ha pronunciado su desacuerdo con el autoflagelo.
Los fieles se infligieron el sangrientro suplicio de la cruz y de la flagelación, como cada año en las tradicionales ceremonias del Viernes Santo en Filipinas, bastión del catolicismo en Asia.
El rito, que consiste en revivir las últimas horas de Jesucristo, se llevó a cabo --bajo un calor asfixiante-- en la región de San Fernando, cerca de Manila, ante miles de personas.
Más de un 80% de los 100 millones de habitantes de Filipinas son católicos.
"No siento ningún dolor pues sé que estoy con mi Dios en este sufrimiento", explica a Arjay Rivera, obrero de la construcción de 30 años, antes de lacerarse la espalda con hojas de afeitar y cascos de botella.
Decenas de personas desfilaron descalzas, flagelándose hasta llegar a una colina, donde unos diez hombres se sometieron al suplicio de la crucifixión, algunos clavados a la cruz y otros atados a ella.
Wilfredo Salvador, desempleado de 50 años, se hizo crucificar por noveno año y asegura que es su fe lo que lo ha curado de una depresión nerviosa.