“Bici-animitas” en Chile para pedalear al más allá
Se trata de una bicicleta blanca que recuerda a una persona fallecida en un accidente.
Comenzaron a aparecer en forma tímida en algunas calles de la capital chilena. Algunos pensaron que las bicicletas blancas sujetas con cadenas a postes y árboles eran una “intervención urbana” de algún artista famoso, otros dijeron que tal vez pertenecían a algún excéntrico que andaba de visita por el barrio.
Pero si hubiesen puesto atención al cartel sujeto a cada bicicleta, se habrían dado cuenta que era un memorial, una popular “animita”, pequeño altar levantado en recuerdo de una persona fallecida en forma trágica y que son muy habituales en las carreteras y en las calles de algunos barrios periféricos de las ciudades.
En este caso se trata de una bicicleta blanca que recuerda a una persona fallecida en un accidente cuando pedaleaba rumbo a algún lugar de Santiago.
Una “bici-animita” que advierte sobre los peligros que corren miles de ciclistas en una capital de siete millones de personas donde se hacen un millón de viajes diarios en bicicleta.
Pese a las estadísticas, las autoridades municipales y regionales de la capital chilena sólo comenzaron a trabajar hace algunos años en la construcción de “ciclo-vías” especiales para proteger a los ciclistas.
Y aún resta mucho por hacer tanto en materia de infraestructura como de educación vial de quienes se desplazan en dos ruedas, algunos de los cuales creen que las leyes del tránsito no rigen para ellos y, si no ven un vehículo cerca, pueden pasar con la luz roja del semáforo.
La idea de las bicicletas blancas habría nacido en Missouri, Estados Unidos, en octubre de 2003, tras una colisión entre un ciclista y un automóvil.
Pese a que no tuvo consecuencias fatales, un transeúnte creyó necesario señalar que aquella era una esquina peligrosa y colocó una bicicleta blanca con la leyenda “Cyclist struck here” (Ciclista golpeado aquí).
Luego le seguirían 15 esquinas más, pero en años posteriores varias ciudades estadunidenses y del mundo marcarían de esta forma los lugares donde se produjeron muertes de ciclistas.
A Chile las bicicletas blancas encadenadas a postes y árboles recién llegaron en septiembre de 2012, de la mano del colectivo “Ciclistas con alas”.
Ello, tras la muerte del diseñador Arturo Aguilera, de 28 años, quien fue impactado por un automóvil en la esquina de las calles Bustamante y Santa Isabel, en las cercanías del centro de Santiago, por un conductor que manejaba en estado de ebriedad y bajo la influencia de las drogas.
Muchos transeúntes aún miran con curiosidad las “bici-animitas” de la capital chilena.
Las “bici-animitas” están repartidas en varios puntos de Santiago en recuerdo de estudiantes, profesionales y trabajadores que murieron cuando pedaleaban hacia sus hogares o puestos de trabajo.
Las bicicletas blancas sujetas a postes y árboles, y adornadas con coloridas flores plásticas, los unen a todos y son un recuerdo permanente de que se deben adoptar políticas a favor de los ciclistas, cuyo número crece día a día como una solución de desplazamiento en una congestionada capital chilena.