Un francés recorre 22,547 kilómetros en ciclomotor alrededor del mundo
En su travesía además recauda fondos para un proyecto ecológico.
El francés Didier Vacher, excamarero, exmayordomo y siempre aventurero, está empeñado en visitar todos los países del mundo subido en un ciclomotor, con el que ya ha recorrido 22 mil 547 kilómetros para recaudar fondos para un proyecto ecológico.
Iniciado el pasado octubre en Francia, su periplo le ha llevado a los países nórdicos europeos y a Suramérica, pero una avería en su máquina, con cuerpo de Vespa, le obligará a abandonarla en Paraguay.
No es algo que preocupe a Vacher, que ya planea otro viaje por Europa con un nuevo ciclomotor y su vuelta a Sudamérica a finales de año para filmar un documental sobre sus experiencias.
"Yo no quiero hacer cosas que ya se han hecho. Quiero ser el primero", dijo este lunes Vacher, de 52 años, en Asunción.
En 2005 se convirtió en la primera persona en conducir en solitario un tuk tuk, un taxi de tres ruedas, desde Tailandia hasta Francia, 29.650 kilómetros que cubrió en dos meses y medio, explicó.
El usar un ciclomotor para su siguiente aventura le ha ofrecido una experiencia de cercanía a las poblaciones que visita, relató Vacher.
"Si vas en una motocicleta grande, la gente con pocos recursos no habla contigo", dijo.
En cambio, su ciclomotor lleno de bultos es una atracción en los lugares que visita. Además, su velocidad media de 60 kilómetros por hora le obliga a pasar más despacio por el mundo.
"La policía a veces me para, pero no para multarme, sino para hacerse fotos conmigo", indicó.
Con los que siempre tiene gran éxito es con los miembros de clubes de vespas que existen en todo el mundo, compuestos de gente enamorada como Vacher del diseño y la cultura de la máquina creada por la empresa italiana Piaggio en 1946 con apariencia de avispa.
El francés conduce una LML Star, una máquina con cuerpo de Vespa pero con un motor producido por la compañía india LML, de cuatro tiempos y con 200 centímetros cúbicos de cilindrada.
En eso difiere de la tradicional vespa, que es de dos tiempos y quema aceite, lo que es peor para el medio ambiente, dijo Vacher.
La conciencia ecológica es otra motivación de su viaje, pues busca recaudar 200.000 euros (278.000 dólares) para contribuir a reforestar el Canal du Midi, un canal del siglo XVII en el sur de Francia.
Los 3.603 árboles del género Platanus, que dominan en su ribera, deben ser talados porque están infectados por un hongo y reemplazados por variedades resistentes a la enfermedad u otras especies.
Vacher pretende conseguir el dinero con la venta de libros sobre su aventura a aficionados a las vespas en un gran evento en 2016, mientras que su viaje actual lo financia con aportes de patrocinadores.
Tras ello seguirá con su periplo, con la esperanza de romper la marca de 244.000 kilómetros cubiertos en una vespa por Giorgio Betinelli en un período de 15 años.
Entre 2016 y 2018 Vacher quiere recorrer el sureste de Asia y recaudar otros 200.000 euros para limpiar una isla de Tailandia, país donde vivió siete años, instalar contenedores de basura y comprar un barco para sacarla de allí.
En Tailandia Vacher fue gerente de un centro turístico y previamente trabajó en algunos de los mejores hoteles, restaurantes y cruceros del mundo, y también fue chófer y mayordomo en Mónaco de una multimillonaria de Texas, Lynn Wyatt.
El francés admitió que le gustó trabajar en lugares de lujo y codearse con presidentes y famosos, pero ese mundo de tanto dinero no le fascina.
De su viaje hasta ahora destaca los 400 kilómetros que recorrió por una carretera de tierra en Guyana, llena de baches, donde no vio a nadie durante horas. "Te sientes muy libre", aseveró.
Su aventura se interrumpió a 100 kilómetros de la Colonia Carlos Pellegrini, en Argentina, donde murió el motor de su máquina.
La empresa representante de vespa en Paraguay ofreció recogerle, pero para recuperarla necesita pedir piezas al extranjero, a un costo mayor que el del vehículo.
Vacher le ha regalado la parte delantera al dueño del hostal donde se ha hospedado en Asunción, que pretende colgarla de la pared como recuerdo de la aventura y atractivo para los amantes de las "avispas" mecánicas.