Reliquias de San Valentín hacen de Dublín un destino romántico

EFE Dublín 13-02-2014 08:03

No todo son pubs y cerveza en esta ciudad, también están los restos del patrón de los enamorados.

Una iglesia de Dublín, guarda casi en secreto, las reliquias de San Valentín todo un reclamo para convertir a la capital irlandesa, sinónimo de fiesta, en un destino romántico equiparable a París o Roma.

Desde que esta reliquia llegó hace 178 años al templo de Nuestra Señora del Monte Carmelo, los dublineses han sentido una gran devoción por los huesos del patrón de los enamorados, que, no obstante, pasa bastante desapercibido para la mayoría de los turistas.

El reclamo del tradicional pub irlandés, de la música en vivo o del bullicio de la conversación en torno a unas pintas de cerveza mantiene a San Valentín prácticamente oculto a los ojos del visitante que busca el famoso "craic" autóctono (algo así como divertimento en lengua gaélica).

Son, sobre todo, locales los que se acercan a diario hasta esta iglesia carmelita del centro de Dublín, más conocida como "Whitefriar", para presentarse ante el santo y pedirle que les arregle "no solo los asuntos del corazón, sino también los de la vida en general".

"Viene mucha gente a escribir en el libro que acompaña a los restos sobre las cosas que son importantes en la vida", dice el superior de la congregación, quien cree que podría hacerse más desde el punto de vista del turismo para aprovechar este obsequio del papa Gregorio XVI.

Aquel pontífice decidió premiar las dotes oradoras del carmelita irlandés John Spratt regalándole en 1835 un sarcófago de madera -protegido ahora por una urna de cristal- que lleva el escudo de armas papal y dos placas de oro.

Éstas guardan la carta redactada en inglés por el cardenal Odescalchi que trajo consigo el célebre monje desde Roma y, debajo, se puede leer en otra lámina metálica un extracto de la misiva.

"Este relicario contiene el cuerpo sagrado de San Valentín el Mártir, junto con un pequeño recipiente teñido con su sangre", dice el texto.

Por supuesto, precisa el padre Murphy, entendemos que no son los únicos restos del santo que hay en el mundo y tampoco sabemos con certeza "si hay algo más, además lo que dice la carta", pues el pequeño cofre no ha sido nunca abierto y mantiene el sello papal intacto.
Pero es suficiente, destaca, para que la fe "obre el milagro".