"Los panchos del papa Pancho", un alimento mundano y divino
En Argentina, los hot dogs son conocidos como “panchos”; se venden de 150 a 160 al día.
"Dígale sí a Francisco, dígale sí a Pancho" es la leyenda bajo la que voluntarios católicos tienen, con fines solidarios, un puesto callejero de panchos, nombre con los que se conoce en Argentina a los hot dogs y el apodo que también reciben todas las personas llamadas como el papa.
"Nosotros entendemos que este es un papa cercano y fuera de lo común. Lo llamamos cariñosamente Pancho, porque todos los Franciscos son Panchos acá en Argentina", explicó Juan Carlos Dasseville, que todos los días trabaja en el puesto ubicado en pleno centro de Buenos Aires.
Este voluntario, que se dedica profesionalmente a la exportación e importación de productos eléctricos, contó que la idea surgió durante la sobremesa de un asado entre amigos, voluntarios de la iglesia Santa Catalina de Siena de la capital argentina.
El grupo católico vende "los panchos de Pancho" todos los días, desde las 11:00 hasta las 18:00 horas, en una muy transitada esquina del centro porteño, enmarcada por dos emblemáticos edificios de la ciudad: el monasterio Santa Catalina y el centro comercial "Las Galerías Pacífico".
Vestido con el típico delantal y gorro blanco de todo "panchero", aseguró que venden entre 150 y 160 panchos por día a un precio de 10 pesos cada uno, "muy por debajo del valor de mercado", y que todo lo recaudado se destina a Cáritas o al convento Santa Catalina.
Para no aburrirse a lo largo de las siete horas que pasan trabajando en el puesto callejero, el panchero tiene sobre el carrito un timbre y una corneta, que emplea en distintas ocasiones, además de una campanilla que usa para llamar la atención de los transeúntes.
Dasseville, que no conoce personalmente al papa pero asistía con frecuencia a las misas que Jorge Bergoglio ofrecía cuando era arzobispo de Buenos Aires, resaltó que el Santo Padre llega a sus fieles de una forma "muy particular y sutil".