La ONU ofrece tecnología nuclear para luchar contra el hambre
Con dicha energía se podría: esterilizar insectos, mejorar los cultivos o acelerar las cosechas.
Esterilizar insectos, mejorar los cultivos o acelerar las cosechas son algunas de las aplicaciones de la energía atómica que la ONU pone a disposición de países pobres para ayudar a combatir la desnutrición, que afecta al 12% de la población mundial.
La Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han puesto en marcha una serie de programas de colaboración en materia de agricultura y alimentación que ayudan a países en vías de desarrollo.
Los dos organismos de la ONU colaboran en el uso de la tecnología nuclear para ayudar a los agricultores a mejorar las cosechas, combatir plagas, aumentar la fertilidad del suelo y elevar la calidad de los productos.
"La tecnología funciona muy bien, reduce daños, sube la calidad y a veces permite a países exportar fruta donde antes no se podía", relató Jorge Hendrichs, jefe de control de la sección de Lucha contra Plagas de Insectos del OIEA/FAO.
Lo más importante es "ayudar al campesino a bajar el fuerte uso de pesticidas. Nosotros ponemos el paquete tecnológico y los países miembros (de la ONU) el presupuesto", dijo el experto mexicano.
Hendrichs es responsable de la técnica del insecto estéril (TIE), que consiste en criar insectos machos, "a veces hasta 2 mil millones semanales", esterilizados con radiación.
Una vez esterilizados, los insectos se dispersan de manera sistemática en la zona afectada, donde se aparean con las hembras sin lograr descendencia. El resultado es la eliminación de la plaga y la disminución del uso de pesticidas.
El programa TIE contribuye a paliar el daño que producen las plagas, responsables de que se pierda entre el 8 y el 20% de la producción agrícola y ganadera del mundo.
Una de las plagas que desde hace más de 15 años se combaten con esta técnica es la de la mosca tsé-tsé, causante de la enfermedad del sueño en los humanos y en el ganado, y cuyo genoma acaba de ser descifrado gracias, en parte, al trabajo del OIEA y la FAO.