64 años después, Río vuelve a llorar
Brasil volvió a perder el Mundial en su propia casa.
Río llora, llora Río, llora desde 1950, llora la Garota de Ipanema, ríos desde el Maracaná hasta Copacabana, Botafogo, Flamengo y a lo largo de toda la torcida brasileña. La pantalla gigante colocada para ver a la “canarinha” no abarca suficiente cielo para la desilusión.
La afición verde-amarela claro que sabe lo que es perder a través de los años en que se ha jugado la Copa; pero nunca sobajados por una aplanadora teutona. La historia decía que ante la Germania, Brasil todo podía, por eso las lágrimas de los cariocas, el desmayo de alguna pequeña llevada en brazos a la enfermería y la acción de la policía para llevarse a algún rijoso que no aguanta el canto germano, ya no en el primero o segundo, sino en el quinto y sexto y séptimo festejo sobre la selección anfitriona.
Ni siquiera el principal astro quiso saludar ayer a Río. Nubarrones y llovizna presagiaban la más triste de las noches de la canarinha. Y si en el sonido del Mineirao, aún alcanzaba a retumbar el “Brasil, Brasil, Brasil”, para en algo animar; en el Fan Fest de Copacabana la torcida se tomaba las quijadas, enjugaba alguna lágrima, maldecía al cielo y a la cámara que la enfocaba.
¿Y la samba, y la espera de más de seis décadas por la vuelta de la Copa, y la final del próximo domingo en el mítico Maracaná?, todo está prohibido cuando el equipo más ganador sucumbe ante al eterno tanque futbolístico mundial.
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