En Kimbilá, al oriente de Yucatán, los hombres bordadores han roto estereotipos y le han dado una identidad propia a esta pequeña comunidad maya.
Enrique comenzó a bordar a los 12 años y de manera empírica también se inició como diseñador, un trabajo que en ese entonces solamente lo realizaban las mujeres.
Yo lo aprendí a base de mis tías, como yo iba mucho con mi abuela, pues mis tías bordaban. A mí no me gustaba mucho el trabajo de ir al monte y dije, voy a aprender a bordar". Enrique May, diseñador
Quique contó que primero aprendió a calar en una máquina chica y después comenzó a bordar las cosas matizadas.
Después de 48 años, este diseñador es uno de los más reconocidos en la región peninsular y ha llevado el trabajo creativo mexicano a lugares como España, Brasil, La Habana y República Dominicana.
El trabajo de las nuevas generaciones
La sequía de varios años que se vivió en este estado obligó a otros hombres a encontrar en el bordado una fuente de trabajo.
Mi papá empezó a bordar a los 15 años y yo empecé a la misma edad porque automáticamente en esa época nos dedicábamos mucho a la milpa, pero con el problema de la sequía ya no podíamos sobresalir de eso". Pablo Uitz, bordador
Actualmente alrededor de mil hombres se dedican al bordado en esta región.
Estamos tratando de innovar, de cambiar y de hacer que la gente joven también se sienta orgullosa de ponerse una ropa típica". Víctor Uitz, bordador
Las nuevas generaciones están convencidas de que hay que mantener el oficio, ya que los pequeños talleres también son una fuente de empleo en donde se bordan todo tipo de prendas, como huipiles, guayaberas, vestidos, faldas y pantalones.
Los diseños sencillos pueden costar alrededor de 300 pesos, aunque hay otros que superan los 5 mil pesos. Además diversas casas lucen los diseños que se realizan de manera artesanal y que han llamado la atención tanto de los residentes como de los turistas.
- La localidad de Kimbilá, en el municipio de Izamal, cuenta con poco más de 6 mil habitantes y su lengua materna es la maya.