Reabren Museo Regional de Tlaxcala tras ser restaurado
Fue reparado por el INAH a fin de conservar el Ex Convento de San Francisco.
Con la exhibición de “Manuel Pastrana, un pincel privilegiado”, compuesta por 31 óleos de ese pintor emblemático de Zacatecas, el Museo Regional de Tlaxcala reabrió sus puertas al público.
El recinto histórico, que data del siglo XVI, fue restaurado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a fin de conservar el Ex Convento de San Francisco, el cual está situado dentro del museo.
La exposición de la obra de Pastrana, pintor formado en la escuela del romanticismo, está dividida en tres temas principales; en el primero se exhiben cuadros relacionados con el estudio de la anatomía humana, la práctica del dibujo y cuadros inspirados en temas bíblicos.
En el segundo se observan pinturas de paisajes, mientras que en la última sección hay retratos de familiares y personajes de la sociedad.
Entre las piezas destacan “Hércules mexicano”, que traslada la mitología clásica a personajes con prototipos mexicanos.
También, de sus trabajos a lápiz, sobresale “Parábola del hijo pródigo”, pintura inspirada en el Génesis, y “Judas Iscariote”, cuadro que muestra el arrepentimiento del personaje bíblico por haber traicionado a su maestro. Entre los paisajes figuran “Amanecer en la Bufa”, que muestra distintas vistas del cerro zacatecano; “Camino a Aguascalientes”, y “Xochimilco”.
En materia de retratos llaman la atención: un cuadro de su hijo que murió al año y medio de edad, y al que pintó con un gorro turco llamado “kmeo”, y el de su hija, “Guadalupe Pastrana”, así como los de personajes como Esperanza Alcocer de Capilla y Fray Ángel Tiscareño.
A los 13 años de edad, Pastrana, quien nació el 22 de junio de 1859 en la Ciudad de México y falleció el 3 de agosto de 1938, eligió la especialidad de pintura y se formó en la Academia de San Carlos, teniendo como instructores a destacados personajes, entre ellos Santiago Rebull, José María Velasco, José Salomé Pina, Petronilo Monroy y Felipe Santiago Gutiérrez.
Además de pintor, Pastrana se desempeñó, durante 40 años, como docente en el Hospicio de Niños de Guadalupe y en el Instituto de Ciencias.
Paralelo a ello instaló una academia en su casa y entre sus discípulos figuraron Federico Sescosse Lejeune y Pedro Coronel, quienes aprendieron las técnicas de la acuarela y el óleo.
Enseñó a sus alumnos perspectiva, copiar objetos y armonizar colores con las luces y las sombras, además de mezclar tonos “duros y tiernos”, como él los llamaba.
En 1917 asumió la dirección del Museo de Guadalupe, institución que resguarda un amplio número de sus obras y de la que fue su primer titular.