Descubren una tumba de tiro intacta en Colima

Comunicado INAH Villa de Álvarez, Colima 03-03-2014 20:18

Fue sellada hace mas de mil 500 años.

La escultura de un chamán de rostro alargado y arma en mano, es el guardián de una tumba de tiro descubierta en el estado de Colima por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes recientemente se convirtieron en los primeros en ver su interior luego de que fuera sellada hace más de mil 500 años.

Con las fumarolas del Volcán de Fuego como fondo y bajo la superficie de un terreno del municipio de Villa de Álvarez, los especialistas del INAH realizan a detalle el registro de este espacio funerario que por fortuna se halló intacto, pues como explica el arqueólogo Marco Zavaleta Lucido, las tumbas de tiro son objetivo de saqueadores debido a la belleza de los materiales depositados dentro de ellas.

Marco Zavaleta es una persona con suerte; en abril de 2013, el experto localizó otra tumba de tiro inalterada al oriente de la ciudad de Colima. Con los análisis posteriores, se contabilizaron además del entierro principal de un hombre (que guardaba relación anatómica), los restos de 35 individuos adultos, femeninos y masculinos, y tres de infantes, que originalmente se hallaron formando un gran osario.

En el salvamento arqueológico que ahora dirige en Villa de Álvarez, el  arqueólogo del Centro INAH Colima ha tenido la oportunidad de liberar una serie de enterramientos en cistas de piedras, tanto de adultos como de infantes, que al parecer corresponden principalmente a la fase denominada Colima, del 400 al 600 d.C.

Cerca del lugar donde se han recuperado los entierros de adultos en cistas, Marco Zavaleta levantó tres metates que servían de sello a un pozo vertical de 1.50 m, de forma cuadrangular, que es justo la entrada a la tumba de tiro.

El espacio subterráneo desbastado en el tepetate (capa dura de toba volcánica) es distinto y anterior a los entierros hallados, data de entre 0 y 500 d.C., en los márgenes temporales de la fase Comala.

La antropóloga física Rosa María Flores Ramírez detalló que en ambos lados de la bóveda, de un radio aproximado de dos metros, se encontraron acumulados los huesos de individuos (tal vez los de una o dos personas) que debieron ser puestos en su interior en un momento previo y que posteriormente fueron removidos para colocar a otro personaje. El entierro principal se encontró en una capa inferior de la excavación, en relación anatómica, recostado sobre su dorso.

Existe la teoría de que las tumbas de tiro, tradición funeraria que se extiende en el Occidente de México abarcando el sur de Zacatecas, Jalisco, Nayarit, Colima y parte de Michoacán, servían como espacios de culto para los ancestros, es decir, que en ellos se depositaban a personajes de un mismo clan familiar.