La muerte por intoxicación de perros en el barrio de la Condesa, en la capital mexicana, no ha terminado. Este hecho no es el único peligro que ronda a los amantes de los perros, también hay quienes han sufrido el secuestro de sus mascotas con el fin de extorsionarlos.
Aunque parezca película de ficción, el ser blanco de un secuestro no es exclusivo de personas, también los perros son carnada de delincuentes; sobre todo, de aquellos que son el centro de atención y amor por parte de sus dueños, y que estarían dispuestos a pagar el precio de su rescate.
Es el caso de Julián Morales, vecino de la condesa y dueño de "Horus", un bull terrier que fue secuestrado en el exterior de una tienda de autoservicio mientras esperaba amarrado a que su dueño realizara una compra de no más de cinco minutos.
Julián conoció otras historias similares. En la delegación Cuauhtémoc un amigo dejó a su perro y, cuando iba saliendo, vio a un chavo que se lo llevaba, le dio un "buen guamazo" y recuperó a su perro; y es que no sólo son animales de compañía o de adorno, son también terapéuticos, no son sólo cuatro patas que están tumbados en el sofá.
Actualmente, elementos de Protección Civil y de Seguridad Pública del Distrito Federal mantienen guardias durante todo el día para prevenir a los dueños de mascotas de que las traigan amarradas, así como a los padres de familia para que cuiden a los niños. Además de vigilar si encuentran algo o a alguien sospechoso.
El Código penal del Distrito Federal establece en su artículo 350 castigo por maltrato o crueldad animal, que se clasifica como delito culposo y va de dos años de prisión por provocar lesiones al animal hasta cuatro años por causarle la muerte.