A pesar de que el origen de la celebración del Día de Muertos ha sido cuestionada muchas veces, sabemos que desde hace cientos de años, los mexicanos le rendimos culto a la muerte.
Esa parte de nuestras tradiciones es una de las más atractivas para el mundo entero, pues en el año 2003 las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró esta celebración como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
Sin embargo, también ha sido muy criticada por los connacionales desde noviembre de 2015, fecha en que se estrenó la cinta número 24 de James Bond, la cual comienza en la Ciudad de México en un festival de Día de Muertos.
Hasta ese año, no existía un evento de tales magnitudes en el país, pero fue un buen pretexto para comenzar a organizarlo. Fue así que nació el Desfile Internacional de Día de Muertos, en el cual se organizan carros alegóricos, figuras monumentales, y participantes disfrazados de catrines bailan y caminan por las avenidas principales de la Ciudad de México.
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San Pedro Tláhuac se les adelantó
Al sureste de la capital del país, en las entrañas de la alcaldía Tláhuac, los vecinos del pueblo San Pedro Tláhuac llevan ocho años organizando un colorido evento con calaveras, en el cual se busca enaltecer las tradiciones.
Cada habitante de este pueblo colabora para la montada de altares, ofrendas, figuras monumentales de calaveras, papel picado y flores de cempasúchil.
Este 2019, San Pedro Tláhuac se viralizó en redes sociales por la difusión de una foto en la que se ve una calavera montada en medio de la calle San Fracisco Santiago B, la cual parece que sale del pavimento; sin embargo, la celebración va más allá de unas calaveras.
El autor de esta obra tan viral se llama Ray Medina, maestro de cartonería y colaborador del grupo Indios Yaocalli.
Erick Cadena, representante del colectivo San Pedro Tláhuac Tradicional, explicó a Unotv.com que esta celebración del Día de Muertos dura nueve días, los cuales representan las nueve regiones del Mictlán, el inframundo de la mitología mexica.
Estos eventos inician con la colocación de la Estrella de las ánimas, artesanía hecha de carrizo y forrada de papel china, la cual se coloca en lo más alto de la casa, con un foco dentro que funciona como farol y guía los difuntos. Ahí se hace un rosario.
Llegadas las vísperas del día 1 de noviembre, los vecinos de este pueblo, conformado por cinco colonias y ocho barrios, comienzan a adornar las calles y compiten para ver quien monta la mejor ofrenda del pueblo.
Esos altares son visitados por las muerteadas o calaveradas, que son contingentes de personas y niños disfrazadas de calaveras que van de ofrenda en ofrenda bailando al ritmo de la música del carnaval de Tláhuac.
- Estas muerteadas acompañan a todos al panteón para recibir a las ánimas de los niños el 1 de noviembre.
Los días 1 y 2 de noviembre, el pueblo limpia sus casas y recibe a sus ánimas con ofrendas en casa y acude a velar las tumbas de sus familiares toda la noche, para cuidar del lugar de descanso de sus familiares.
- La tumbas son adornadas con flores, cartonería y tapetes de aserrín.
Entre cantos, comida, banda, mariachis y norteños, San Pedro Tláhuac hace toda una fiesta. Su creencia es que, así, vivos y muertos se vuelven a reír.
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Todo termina el 3 de noviembre, con el levantamiento de ofrendas y la entrega de canastas, la cual consiste en repartir parte la ofrenda y se intercambia entre familiares y amigos.
La casa ahora no se quedó sin ofrenda, tiene un poco de muchas ofrendas de los amigos y familiares del pueblo, explica Erick Cadena, representante del colectivo San Pedro Tláhuac Tradicional