“Big Eyes” carece del peculiar toque de Tim Burton
La búsqueda de la sencillez ha dejado una historia plana.
Si hay algo evidente en las películas de Tim Burton es el marcado estilo tanto estético como narrativo de todas sus historias y si hay algo que no se ve en "Big Eyes" es precisamente la marca de la casa.
La última película de Tim Burton, que llega a las salas el día de Navidad, es la más impersonal de todas las que ha realizado hasta la fecha y lo que podría ser una forma de escapar a un universo demasiado cerrado, en realidad es una historia fallida.
Ni la estupenda Amy Adams ni un Christoph Waltz pasado de vueltas consiguen enganchar al espectador en la historia real de sus personajes, Margaret y Walter Keane, famosos en Estados Unidos por los cuadros pintados por ella pero que él se atribuyó durante mucho tiempo.
Unos cuadros de personajes de grandes ojos -de ahí el título de la película- que se hicieron muy populares en los años cincuenta y que convirtieron a Walter en un pintor muy conocido hasta que se descubrió el engaño.
La historia está contada con sencillez por Burton, algo poco habitual en sus filmes, y de forma muy lineal, enfatizando más la relación entre los protagonistas que la falsa trama montada alrededor de los famosos cuadros.
La falta de convicción de los actores se une a una narración fílmica que no sobresale por nada y en la que Burton ha buscado tanta sencillez que el resultado es una historia humana pero plana.