SIN CUENTA DE PROTECCIÓN: La lucha de Conor McGregor
Con las palabras y oponentes adecuados, se puede llegar lejos en el negocio de los deportes de combate.
Cuando las acciones y resultados te respaldan, el mundo es tuyo.
Sí, el UFC cuidó a Conor McGregor. La promoción de manera inteligente dio al parlanchín irlandés una vía alternativa al cinturón de José Aldo, colocándolo con oponentes a modo. Después del debut ante Marcus Brimage, llegó su pelea más complicada ante el hawaiano Max Holloway, la única de sus cinco peleas en el octágono que llegó a las tarjetas.
Le siguieron finalizaciones a Diego Brandao, Dustin Poirier y Dennis Siver, pero muy lejos de él estaba la élite de las 145 libras: el poder de Cub Swanson o Jeremy Stephens, lo heterodoxo de Nik Lentz, y la lucha de Clay Guida, Dennis Bermudez, Ricardo Lamas, Frankie Edgar o Chad Mendes; todos fueron sistemáticamente alejados del camino de McGregor.
José Aldo era un oponente a modo para el negocio de Conor McGregor. El reservado brasileño, quién siempre ha sido reacio a promover sus peleas, se encendía de inmediato con los discursos hiperbólicos del irlandés.
Eran oponentes perfectos y la gira mundial que le siguió a la confirmación de que McGregor buscaría el cinturón pluma de Aldo el 11 de julio en UFC 189, lo demostró parada a parada. Los deportes de contacto son una promoción, un negocio, no una liga que a base de una marca de ganados y perdidos otorgue acceso a un campeonato. A muchos no les gustó, pero hubiera sido una locura no pactar esa pelea.
Tan predecible como la gran boca de Conor McGregor, son las lesiones de José Aldo. Por quinta vez en su carrera en el UFC, Aldo se retiró de una pelea de campeonato por una falla en su cuerpo. La animosidad entre el UFC y el campeón brasileño no es nada nuevo y la molestia fue grande por parte de la promoción al salir de la pelea más promocionada del año y no pelear lesionado.
Aldo es una rareza en el UFC, un peleador que correctamente piensa primero en su salud, en su carrera, en los casi seis años que tiene como campeón y en la racha de seis defensas en fila al cinturón del UFC, la cuarta más larga de la historia de la promoción y la más larga en activo, antes que en la promotora.
McGregor llevaría una guerra a Aldo en lo que hubiera sido una pelea de pie, violenta, rápida y donde el irlandés, ganara o perdiera, probaría que merecía un lugar en la cima. Pero Chad Mendes acelerará lo inevitable.
Lo inevitable era que Conor McGregor pusiera a prueba su lucha, y al UFC no lo ha quedado más remedio que adelantar la cita ante la magnitud promocional de UFC 189 y la cantidad de aficionados que harán el viaje de Irlanda a Las Vegas esta semana. Un evento imposible de cancelar por la velocidad del tren del irlandés.
McGregor no solo probará su lucha ante uno de los exponentes máximos de esta disciplina en las 145 libras del UFC, lo hará ante el mejor Chad Mendes que hemos visto. Seis victorias con cinco nocauts en las últimas siete oportunidades, selladas con la pelea del año ante José Aldo en UFC 179 –la pelea más difícil en la carrera de Aldo y la mejor pelea en la carrera de Mendes- y un brutal nocaut a Ricardo Lamas en el mes de abril, hacen de Mendes el oponente más peligroso que ha enfrentado.
Los estilos hacen las peleas y un luchador, con poder en los puños, velocidad para cerrar los espacios, agallas para pelear dentro de la guardia y un tanque de oxígeno sin fondo es exactamente lo que más se complicaría a un paciente golpeador con guardia amplia como lo es McGregor.
Este sábado Conor McGregor no solo se enfrentará finalmente a un luchador, y lo más importante no será alzar el cinturón interino del UFC y volver a retar a José Aldo. La verdadera lucha de Conor McGregor será por legitimar las oportunidades que le ha dado el UFC y, con una victoria en la pelea más difícil de su carrera, silenciar a sus críticos.