Real Madrid rozó el ridículo en Champions
Schalke estuvo a un gol de eliminarlo en el Santiago Bernabéu.
El Schalke 04 rozó la gesta en el Santiago Bernabéu (3-4), donde destapó los peores defectos del vigente campeón de Europa, un Real Madrid sin personalidad al que levantó de la lona Cristiano Ronaldo, y se quedó a un solo gol de eliminar a la peor versión del equipo de Carlo Ancelotti.
El momento de inestabilidad por el que transita el Real Madrid conduce a la duda a futbolistas que han pasado de ganar todo lo que jugaban, a sufrir en un día perfecto para recuperar confianza. Llegaban al Santiago Bernabéu con dos tantos de ventaja, una renta como para quitarse de encima las dudas, recuperar crédito y disfrutar en el terreno de juego. Nada más lejos de la realidad. Los de Ancelotti firmaron la peor primera parte en años en Europa y acabaron sintiendo el miedo al abismo del fracaso en Octavos de tiempos pasados.
Buscando mayor equilibrio apostó Ancelotti por Khedira en el centro del campo. El alemán estuvo tan superado como el resto. La baja forma de jugadores en los que no ha confiado el técnico italiano, sumado un Coentrao ya acalambrado en el primer acto, amplió el caos blanco. Meier corría sin rival y chutaba desviado y el primer gol del Schalke llegaba con un error de Casillas a disparo de Fuchs. Sin rival que le encimase, recibió el balón dentro del área sin que Bale siguiese su marcaje, su disparo potente de zurda lo despejó hacia su portería el capitán.
Aparecían los nervios, los malos gestos entre compañeros. Arbeloa se desesperaba pidiendo ayuda y Cristiano respondía. El portugués se desquiciaba ante la imagen de su equipo y cuando se pedía un líder salió al rescate. Lo hizo tras una mano de Khedira a tiro de Meyer que no señaló el colegiado. Un saque de esquina dio oxígeno al Real Madrid. El testarazo de Ronaldo inapelable a la red.
El empate no reflejaba la realidad del césped. El Schalke siguió superando en todo al Real Madrid. Un error de Varane en una mala cesión pudo costar el segundo, con Huntelaar rozando el gol tras llegar al despeje de Casillas. El holandés es un devorador. Tiene la portería rival siempre en mente. De un balón muerto en la frontal sacó un derechazo a la cruceta y a cinco del descanso se anticipó a todos para mandar a la red el rechace de Casillas al disparo de Meyer. Era el 1-2 y los presentes se preparaban para sufrir.
El Schalke acariciaba la gesta pero Cristiano se empeñó en evitarla. En un arranque de raza, que no de futbol, el Real Madrid cerró una primera parte para el olvido salvando los muebles. Perdonó Benzema una contra de Isco, Khedira con un centro chut hizo volar a Wellenreuther y lo único salvable del partido de Coentrao, un gran centro desde el costado izquierdo, lo remachó a gol Cristiano.
Cuando el Bernabéu respiraba hondo y se disponía a despertar de la pesadilla, con un golazo de Benzema a los 52 minutos, llegó un final de infarto. El francés encontró un balón dentro del área, lanzó dos amagues que sentaron a rivales y marcó a puerta vacía.
Ahora sí era el momento de liberar tensiones pero la noche no estaba para ello. Porque solo cinco minutos después el joven Sané se adueñaba del balón sin un defensa que le saliese al paso y desde fuera del área, con todo el tiempo del mundo, sacaba un zurdazo al ángulo donde no llegaría Casillas. Era el empate a tres.
Recurrió al regreso de Modric cuatro meses después Ancelotti y pareció surtir efecto de inicio. De golpe cambió el concepto y el sistema. El Real Madrid pasaba a tener más la pelota, a tocar con criterio, pero el Schalke, fiel a la filosofía de equipo alemán, nunca se rindió. Barnetta rozó el gol escorado tras tocar Modric su disparo.
En el peor día que se recuerda de la defensa madridista, Huntelaar incendiaba el final. Cogió la espalda a Pepe y el pase al espacio de Sané, ayudado por Modric, lo chutó arriba con potencia en un disparo imparable que significaba el 3-4 a seis minutos del final. El madridismo sufrió cada segundo hasta que el colegiado señaló el final del duelo.
Fue cuando apareció Casillas para corregir sus errores en los dos primeros tantos. Sacó un disparo de Sané y un remate con todo a favor de Höwedes en el último suspiro. La eliminación en octavos y el fracaso sobrevoló el Bernabéu en un partido en el que muchos pedían el debut de Martín Odegaard para protagonizar un récord. La realidad es bien distinta. El Real Madrid avanza a cuartos sin autoestima ni personalidad. Necesita cambios para volver a creer en lo que le condujo al éxito. Los pañuelos de la grada marcaron la despedida.
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