Felices 99, don Nacho
Venustiano Carranza llegó a Querétaro y la proclamó como la capital de la República, en medio de la revolución mexicana; era 1916, año en el cual Albert Einstein publicó su teoría general de la relatividad. Mismo año en el que Uruguay se enfrentó a Chile en el primer partido de la Copa América en la historia.
Aquel 1916 vio también el nacimiento del director técnico más ganador del futbol mexicano, don Ignacio Trelles. Fue un 31 de julio en Guadalajara, Jalisco.
Amigo del destino, don Nacho siempre puso lo esencial en su día a día, hacer lo que le corresponde.
Su inconfundible voz, su mirada penetrante, su figura emblemática, símbolo del balompié nacional, son un cobijo en cada plática, en cada palabra que el destino me ha permitido tener. De las mejores pláticas de futbol y sobre los valores de la vida han sido con Trelles.
Daniel Pérez Arcaraz debe ser declarado el responsable de que nuestro país tuviera la posibilidad de descubrir a su mejor timonel en la historia. Daniel, amigo de Ignacio, consiguió una prueba con el Necaxa. Nacho fue con su amigo, pero el día pasaba entre ir por balones que salían del campo y los rayos del sol en la espalda; hasta que el entrenador Gaspar Rubio le gritó y lo puso a entrenar. Ese fue el inicio de la historia, de la vida en el futbol. Así, sin darse cuenta.
En 1934 debutó en Primera División sin mucho qué contar, acepta él mismo. El destino inseparable le tenía reservada en 1948, una fractura de tibia y peroné de la pierna derecha, de la cual nunca sanó al cien por ciento, incluso por ello su andar tan característico.
Sus logros lucen inmaculados, brillantes en los libros de estadística: siete títulos de Primera División (1953-54 con el Marte, 1954-55 y 1957-58 con Zacatepec, 1966-67 y 1967-68 con el Toluca, para cerrar la cuenta con un bicampeonato con su amado Cruz Azul en las temporadas 1978-79 y 1979-1980).
Cada uno de sus pasajes dentro del futbol viven como hojas al viento, sin un paradero fijo, algunas anécdotas se han afianzado con fuerza. “¿Clásicos?, los cerillos”, dijo alguna vez con tono sarcástico.
“Los entrenadores debemos tener las maletas listas”, acuñó con fuerza una frase legendaria. Pero sus enseñanzas, sus palabras, sus anécdotas no tienen papel y tinta. No hay un libro, no hay un diario, no hay un testigo inmortal de la obra de don Nacho.
¿La razón?, nunca quiso escribir un libro, mucho menos que alguien lo hiciera por él. Único técnico nacional con tres Mundiales dirigidos: Suecia 58, Chile 62, Inglaterra 66.
Don Nacho no se siente leyenda, no le gusta que se magnifique su historia en el futbol; aunque eso sí, se dice satisfecho. Noventa y nueve almanaques han caído y no hay forma de agradecerle por todo, su legado es inconmensurable. Felices 99.