Alarma por los Juegos Olímpicos de Río (Especial)
Los problemas de Río. Ese parece haber sido el lema extraoficial de la reunión de dirigentes olímpicos esta semana.
Los problemas de Río.
Ese parece haber sido el lema extraoficial de la reunión de dirigentes olímpicos esta semana en el sur de Turquía, en la que salieron a relucir todas las quejas sobre los preparativos de Río de Janeiro para los Juegos Olímpicos de 2016.
Como parte de las actividades del congreso deportivo SportAccord en el balneario mediterráneo de Belek, el comité ejecutivo del COI y las federaciones de deportes de verano expresaron sus preocupaciones por los retrasos en las obras para la primera olimpiada en Sudamérica.
Cinco conclusiones:
SUENA LA ALARMA
Todos sabían desde hace algún tiempo que Brasil estaba retrasado. Sin embargo, hasta ahora el COI había guardado cierta compostura a la hora de realizar sus advertencias. En Turquía hubo un punto de quiebre, cuando el COI y los líderes deportivos plantearon sus quejas y exhibieron la verdadera magnitud de la crisis, incluso peor que para los Juegos Olímpicos de 2004 en Atenas, considerados hasta ahora como el ejemplo perfecto de la mala organización. Los retrasos en la construcción de instalaciones deportivas no es la única preocupación, ya que también hay consternación sobre hoteles, transportación y contaminación del agua. Algunos dirigentes preguntaron abiertamente sobre planes de contingencia. El COI incluso rechazó la posibilidad de cambiar la sede de los Juegos, algo bastante improbable a estas alturas. El mensaje: a dos años de la justa, se necesitan medidas urgentes.
FELLI AL RESCATE
El hombre con la tarea de poner la casa en orden es Gilbert Felli, el veterano director ejecutivo del COI a cargo de los Juegos Olímpicos. Aunque ya había sido asignado a trabajar en Río una vez deje su cargo en el COI en agosto, el administrador suizo irá a la ciudad brasileña la próxima semana para acelerar el proceso. Nadie conoce mejor que Felli las tareas administrativas y los cronogramas para unos Juegos Olímpicos, pero de todas formas tendrá las manos llenas. También se crearon tres grupos especiales y se contrató un administrador de construcción local.
AYUDA, SEÑOR ALCALDE
El COI identificó al alcalde de Río, Eduardo Paes, como una figura trascendental para encaminar los preparativos. Hay bastante frustración por la poca cooperación de los tres niveles del gobierno brasileño. El jefe del comité organizador local, Carlos Nuzman, no tiene las habilidades y el poder político que tenía el encargado de los Juegos de Londres, Sebastian Coe. El presidente del COI, Thomas Bach, y Felli hablaron sobre la importancia de Paes para gestionar el financiamiento de algunas obras, especialmente el Deodoro, una zona donde estarán las sedes de ocho deportes y cuya construcción no ha comenzado. "El alcalde es el único que realmente está haciendo algo para resolver el problema", dijo Felli.
SIN CAMPO PARA EL GOLF
Quizás el deporte que corre más peligro es el golf, que volverá al programa olímpico por primera vez en más de un siglo. El programa es que el campo en la Reserva de Marapendi, diseñado por el arquitecto estadounidense Gil Hanse, ni siquiera tiene césped. Los organizadores dicen que la instalación del césped comenzará este mes, pero persiste la duda: ¿puede un campo de primer nivel ser probado y estar listo en dos años? El golf necesita condiciones que sean atractivas para los mejores golfistas del mundo. Los organizadores podrían buscar alternativas, dentro o fuera de Brasil, si no hay avances pronto.
TODOS SE CULPAN
Bach y Felli dijeron que no señalarían culpables por el desastre en Brasil. Los críticos también podrían señalar al COI por dos cosas: darle los Juegos a Río, y esperar hasta ahora para expresar alarma. ¿Fue buena idea darle a Brasil el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos de 2016? Esa es una tarea monumental para países ricos y desarrollados. Hace cinco años, el COI se inclinó por los factores sentimentales y por llevar los Juegos a un nuevo continente. Hoy, hay una sensación de desencanto y ansiedad.