Universitarios investigan historia gastronómica de Milpa Alta
En dicha delegación todavía se habla náhuatl y español.
La comunidad de Milpa Alta está de fiesta permanentemente y en resistencia ante el crecimiento urbano que se ha comido a los pueblos originarios de la cuenca de México, aseveró María de la Luz del Valle, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro del Grupo Mexicano de Antropología Alimentaria.
Las nopaleras son un gran negocio en esta localidad pues en poco tiempo este cultivo les genera ganancias porque a diferencia de otras verduras requiere menos cuidados, no necesita riego, por ejemplo y el tiempo para cosechar se da prácticamente todo el año. Cuentan con 300 recetas para su preparación y la de mayor demanda es la de escabeche.
Luis Alberto Vargas Guadarrama, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la máxima casa de estudios del país, señaló que no sólo viven de nopales pues el 99% de los milpatenses son comerciantes que venden carnitas y barbacoa en mercados establecidos y sobre ruedas.
Milpa Alta es una comunidad bilingüe, pues todavía se habla náhuatl y español, con tradiciones arraigadas que datan de la época prehispánica. Aquí, por ejemplo, está vigente el parto prehispánico, pues hay mujeres que siguen dando a luz en cuclillas, en casa.
Se han opuesto a que cadenas transnacionales de pizzas y hamburguesas establezcan negocios en su comarca, pues creen que podrían acabar con sus tradiciones, entre ellas, la culinaria.
Aunque en esta delegación se lleva a cabo la Feria Nacional del Mole, las comidas de sus fiestas son muy especiales. No consumen mole con pollo o guajolote sino con carne de puerco o de res.
Del Valle Berrocal señaló, “en cuanto a la dieta diaria, se incluyen quelites, calabacitas y chilacayotes”, igualmente, consumen un chile de temporada el chicuarote, que se da en el mes de julio. Junto con habas y carne de puerco preparan un guiso. Y el 1 y 2 de noviembre elaboran su pan de muerto.