Tumbas de cartonería, preservan tradiciones mexicanas en Nayarit
Se realiza una verbena a la que se invita a todo mundo.
Desde hace 20 años, Olga Marisela Urzúa Franco encabeza las actividades familiares para montar el altar de muertos, cuya particularidad es tener tumbas de cartonería que cada año restaura o aumenta el número de ellas.
Marisela Urzúa indicó que la intención de realizar la ofrenda fue crear un panteón miniatura para recordar a cada uno de sus familiares fallecidos y dar a conocer a los jóvenes de Tepic, Nayarit, las costumbres y tradiciones de México.
El altar que realizó se montó sobre tres escalones, los cuales simbolizan la vida, la muerte y el limbo; o pasado, presente y futuro. En el más alto se erigen las tumbas y arreglos florales de sus abuelos, tíos, sus familiares directos; en el segundo y tercer escalón lo ocupan amigos, mascotas y la representación de la fosa común.
La noche del 31 de octubre se encienden las veladoras y se suben los féretros y ofrendas para los niños muertos, que tienen una especial fabricación, porque en ocasiones la familia coloca objetos o ropa de los inocentes que han muerto.
El 1 de noviembre, cerca de la medianoche, en la casa donde se han instalado las ofrendas, se realiza una verbena, a la que está invitado todo mundo y, de ser necesario, se da una explicación del significado de cada uno de los elementos del altar, los colores, el vaso de agua y la sal, entre otros.
Los visitantes a la casa de Olga pueden llevar la fotografía de sus muertos y celebrar junto con las demás personas la festividad. La convivencia se prolonga hasta la madrugada con canciones, cuentos, leyendas y otras actividades.
Esta costumbre le permite a la familia Urzúa convivir, pero principalmente aportar al conocimiento de las costumbres y tradiciones a las nuevas generaciones.
“Si llegan niños a pedir Halloween, los invito a pasar, les muestro el altar y les cuento las costumbres. Cuando se van, ya salen cantando: ‘En esta noche bonita, en esta noche bonita, queremos calaverita!’”, dijo Urzúa Franco.
Toda la tertulia es vigilada por dos catrinas, una de ellas, de tamaño real, viste un traje antiguo, color ocre, de más de 100 años, que perteneció a una tía abuela de las tías de Olga, y que mantienen en perfecto estado para recibir el espíritu de su finada.
LLa anfitriona mencionó que han desaparecido algunos elementos del altar que originalmente colocaban, como los cirios adornados con flores de cera, que eran comunes en Tepic y que ahora ya no se fabrican.
Sin embargo, afirmó que persiste entre ellos la costumbre de fabricar coronas de muerto con hojas de maíz u otros materiales, para rendir tributo a quienes siempre están presentes en la memoria y el corazón.