Varios países piden a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que suspenda las protecciones de las patentes de las vacunas contra el COVID-19 para poder aumentar su producción, una petición criticada por los laboratorios.
Presentada el 2 de octubre por Sudáfrica e India, la iniciativa cuenta con el apoyo de decenas de países en desarrollo y desfavorecidos.
El texto propone acordar una derogación temporal a algunas de las obligaciones incluidas en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), para que cualquier país pueda producir las vacunas sin preocuparse de las patentes.
La derogación también implicaría “los diseños y modelos industriales, los derechos de autor y la protección de las informaciones no divulgadas”, y duraría hasta que se llegue a “una vacunación ampliamente extendida a nivel mundial y que la mayoría de la población mundial esté inmunizada”.
¿Quiénes están a favor de la iniciativa?
Los países que apoyan la iniciativa, con el respaldo de ONG’s como Médicos Sin Fronteras (MSF), consideran que facilitaría el acceso a productos médicos abordables cuando son necesarios en todos los países desfavorecidos.
“Las herramientas y tecnologías médicas contra el COVID-19 deberían ser bienes públicos mundiales, exentos de las barreras impuestas por las patentes”, pide el doctor Sidney Wong, codirector de la campaña de acceso a las medicinas de MSF.
La propuesta también recibió el apoyo del director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
¿Quiénes están en contra de la iniciativa de las vacunas?
Para Thomas Cueni, presidente de la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (IFPMA), “suprimir las patentes o imponer una suspensión no produciría ni una sola dosis (de la vacuna) de más. Se trata sobre todo de una cuestión de experiencia”.
Estados Unidos, la Unión Europea y Suiza, donde se encuentran las sedes de varios gigantes farmacéuticos, se oponen, así como otros países ricos, como Noruega, Japón, Australia y el Reino Unido.
Para ello, ponen de relieve el esfuerzo financiero realizado por los laboratorios en el desarrollo de las vacunas, y consideran que son los que mejor pueden fabricar las cantidades necesarias.