El Papa Francisco aseguró que la pandemia de coronavirus derribó “los pilares inestables” de un modelo económico mundial construido sobre la idolatría del dinero y la dominación de los ricos y poderosos.
En un mensaje a los participantes del taller anual European House-Ambrosetti, que reúne a unos 200 directivos de alto rango, economistas y políticos de todo el mundo, pidió nuevos modelos que sean más inclusivos y reduzcan la desigualdad social.
También, el Papa Francisco instó a “una reorganización ecológica” de la economía para salvar el medioambiente y reducir el consumo derrochador.
“(La pandemia) ha puesto en duda la escala de valores que coloca al dinero y al poder sobre todo lo demás”.
Papa Francisco
Además, agregó que la economía debe ser la expresión de una sociedad que “se niega a sacrificar la dignidad humana a los ídolos de las finanzas (y) utiliza los recursos financieros no para dominar, sino para servir”.
El Sumo Pontífice señaló que cada elección recae en la vida de los demás, “hemos tocado la fragilidad que nos marca y nos une”, según el sitio Vatican News.
En ese sentido, el Papa pidió realizar una conversión ecológica para poder frenar un ritmo inhumano de consumo y producción, para aprender a comprender y contemplar la naturaleza, para reconectar con nuestro entorno real.
“Sin ceder a la aceleración del tiempo, de los procesos humanos y tecnológicos, pero volviendo a las relaciones vividas y no consumidas.”
Papa Francisco
Reunión con fieles
El pasado 2 de septiembre, fieles y curiosos pudieron intercambiar algunas palabras con el Papa Francisco, aunque sin abrazos y con mascarillas, en su primera audiencia al aire libre en seis meses.
“Después de todos estos meses, retomamos nuestro encuentro cara a cara y no pantalla a pantalla”, se regocijó el Papa argentino, de 83 años, gran adepto al contacto estrecho con los fieles, y obligado desde marzo a transmitir por video su audiencia tradicional.
Un retorno limitado y con mascarillas, muy lejos de las multitudes jubilosas en una Plaza de San Pedro concurrida, donde el sumo pontífice hacía una llegada triunfante en su papamóvil, para estrechar miles de manos y tomar en sus brazos a una cantidad de niños.