Clubhouse, la plataforma de salas de conversaciones únicamente de audio, ya está valorada en mil millones de dólares y ha sido considerada como un patio de recreo a toda una comunidad de “influencers” en busca del santo grial de las redes sociales.
“El otro día estuve en una sala con 3LAU, mi DJ favorito, en un momento histórico, para una subasta [de objetos digitales]. Estaba su familia, y todos nosotros en Clubhouse. Éramos unos mil. Creo que fue un momento muy íntimo”, dice Taz Zammit, una creadora de contenido australiana, todavía emocionada por haber participado en el evento.
Lanzada en marzo pasado, la aplicación permite escuchar discusiones en vivo, y en ocasiones participar en ellas, sobre temas tan variados como “Cómo aprender a codificar”, la meditación o incluso juegos de cultura general.
La red social en ascenso sólo es accesible en iOS (Apple) y por invitación. Pero gracias a los confinamientos impuestos por la pandemia y las apariciones de celebridades como el empresario Elon Musk, actualmente crece a ritmo de 10 millones de usuarios por semana.
“No es sólo una moda pasajera. Clubhouse llegó para quedarse”, comenta Judyth Jernudd, entrenadora y expresentadora de televisión. “Tienes acceso a todos estos puntos de vista diferentes y eres parte de la conversación. Y muchos de nosotros la estamos usando para probar ideas para programas y temas”.
¿China prohibió Clubhouse?
En estos últimos días, los usuarios chinos llenaron sus “salas” para discutir sobre temas por lo general censurados, como el encarcelamiento por parte de Pekín de las comunidades uigures, predominantemente musulmanas que habitan en la región de Xinjiang.
Pero, la aplicación lanzó en China un mensaje de error para aquellos usuarios que no dispusieran de una VPN que les brindara una conexión segura, una clara señal de que los censores habían llegado.
“Bajo el mandato del presidente Xi Jinping, la prohibición es solamente cuestión de tiempo”, señaló Lokman Tsui, profesor de Comunicación de la universidad China en Hong Kong.
Los usuarios de Clubhouse han aprovechado una rara grieta de libertad de expresión en un país en que las redes sociales internacionales, como Twitter o Facebook, están prohibidas.