La violencia de género se puede presentar de manera física, psicológica, sexual e institucional, y tiene como objetivo dañar a la víctima; en muchos casos, incluso, utilizando a los propios hijos o seres queridos para lograrlo, a esto último se le conoce cómo violencia vicaria.
Considerada la expresión más cruel de la violencia de género, la violencia vicaria no sólo tiene como víctima a la mujer, también, y principalmente, son víctimas sus hijas e hijos.
Con el ánimo de causar daño o preocupación a su pareja o expareja, en este tipo de violencia el padre atenta contra sus hijas e hijos física y psicológicamente, y, en casos extremos, son capaces de causarles hasta la muerte.
¿Cómo identificar la violencia vicaria?
Existen señales de alarma que pueden evidenciar que una persona ejerce este tipo de violencia de género hacia su pareja o expareja, entre las más comunes destacan:
- Criticar a la madre delante de los hijos o permitir que otros lo hagan
- Romper o dañar las cosas o pertenecías de los menores
- No administrarles adecuadamente los medicamentos necesarios, en caso de requerirlos
- No cubrir las necesidades de los menores
- Manipularlos para ponerlos en contra de su madre
- Amenazar a la madre con hacer daño a los menores o quitárselos
- Obtener información de la madre utilizando a los menores de manera dolosa
Al atentar contra la integridad emocional de la víctima, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y algunos colegios de psicólogos han señalado que estos procesos de violencia provocan terribles consecuencias psicológicas difícilmente reversibles, pues ocasionan en aquella una tortura mental y el vivir con el miedo y terror, que son los objetivos perseguidos por el agresor.