Es muy importante la decisión tomada por la Iglesia Católica de cancelar los actos por el Día de la Virgen de Guadalupe, el próximo 12 de diciembre en la Basílica, por los altos niveles de contagios de COVID-19 cuando las grandes masas se reúnen.
El especialista en temas religiosos, Bernardo Barranco, consideró que pueden llegar a reunirse entre 7 y 8 millones de personas los días 10, 11 y 12 de diciembre en la Basílica.
No obstante, consideró que suspender los actos masivos como las mañanitas y las celebraciones litúrgicas en honor a la virgen de Guadalupe es una pena para los creyentes, sobre todo porque 2020 ha sido un año de mucha incertidumbre, dolor, miedo y la veneración a la virgen de Guadalupe es un momento de refugio muy importante.
Hay que recordar que la advocación y la devoción a la virgen crece en momentos de crisis, porque hay un manto de protección, y justamente en estos momentos donde mucha gente, sobre todo de escasos recursos, a nivel rural, pobres, encuentran un manto de protección que, en su devoción, la religiosidad popular, representa la virgen de Guadalupe.
“Tengo una especie de sabor amargo-dulce, por un lado los pobres y su fe popular se van a privar de esta cercanía a la virgen María y, por otro lado, es bueno, importante, vamos a proteger a la población que está en riesgo con estas congregaciones masivas que representan estos días en la Basílica de Guadalupe”.
Bernardo Barranco, especialista.
Cancelar actos en la Basílica, un duro golpe a las tradiciones y a la fe católica
El especialista en temas religiosos señaló que la iglesia tiene que ser muy creativa, con el apoyo incluso del gobierno, para poder hacer transmisiones a distancia, poder tener, vía YouTube, canales de televisión donde la gente, en privado o a nivel familiar, puedan tener esta celebración.
“Lo que evidentemente no se va a poder hacer es estas grandes conflagraciones de personas que llegan a la Basílica de lugares muy remotos, con mucho cansancio y que se exponen, por la cercanía y la imposibilidad de tener sana distancia, es una especie de una sensación, amarga por una parte, por la gente, por su fe, por su tradición, por su identidad; y por otra parte venturosa porque estamos tomando medidas fuertes, serias, en torno a la pandemia”.
Bernardo Barranco, especialista.