“También tienen voz”: pequeños migrantes, grandes sueños interrumpidos por la violencia

Los sueños de los niños migrantes son interrumpidos por la violencia y la dura realidad de su travesía. En la colonia Vallejo, al norte de la Ciudad de México, pequeños en esta condición habitan junto a las vías del tren. Aquí, el único momento divertido del día es cuando hacen señas al maquinista, quien les responde con un saludo.

El Instituto Nacional de Migración (INM) sólo los ve como una estadística; sin embargo, tienen un nombre y un rostro. En 2023, 120 mil 200 menores de edad migrantes entraron de forma irregular a México.

En los primeros cuatro meses de 2024 ya suman 56 mil, con un 5% de infantes que viaja sin compañía.

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Joángel: un viaje por la supervivencia

Joángel viajó 4 mil 200 kilómetros desde Venezuela. A sus 11 años, le tocó ver de todo al cruzar la selva del Darién.

“Vi muertos, pasé sustos. También una vez casi me ahogo, casi me lleva la corriente. Pero en el grupo que veníamos, me salvaron”.

Joángel, menor de edad migrante.

Su mamá confirma la historia, que parecería salida de la imaginación de un niño.

“Mueren de hambre, también mueren de depresión. Porque muchas personas van solas y se deprimen. Y sienten que no pueden, porque no todos nos ayudan”.

Eslevy García, migrante venezolana.

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La esperanza les queda en el norte

Joelvis, la menor de las hermanas, no pierde la esperanza de poder llegar con su familia hasta Estados Unidos.

“Quiero jugar, quiero comprar y pasarla bien. Andar con amigas”.

Joelvis, menor de edad migrante.

La lucha por la educación

Joángel y su familia piensan llegar y pedir asilo en Estados Unidos, con un objetivo.

“Estudiar, graduarme en la universidad. Ayudar a mi mamá, ya que ella no tuvo una vida mejor, yo se la quiero dar”.

Joángel, menor de edad migrante.

Para la organización Tejiendo Redes Infancia en América Latina, no sólo es cuestión de cerrar los ojos y soñar.

“Lo que ellos ven como sueños en realidad son sus derechos, y lo que están viviendo como pesadilla es… las omisiones del Estado y la complicidad criminal, para beneficiarse de ellos, en lugar de garantizar sus derechos”.

Juan Martín Pérez García, Tejiendo Redes Infancia en AL.

El albergue migrante CAFEMIN, en un esfuerzo por ofrecerles un respiro a su dura realidad, creó la “Escuelita”. Con esto los motivan a no soltar ese anhelo… de algún día graduarse.

“Nosotros identificamos cómo niñas, niños y adolescentes desean tener esa estructura educativa, que les fortalezca la autoestima y les permita generar proyectos personales de vida”.

Guadalupe Beltrán, coordinadora de formación, CAFEMIN.

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Buscan su tranquilidad

Omar y su mamá acudieron a las vías a visitar a sus amigos. Cuentan que ellos lograron pasar unos días dentro del albergue CAFEMIN. Aun así, el pequeño no olvida el viacrucis que pasó desde Colombia a México.

-Ha sido muy difícil, sí. Todo el camino viniendo, durmiendo por la calle.
-¿Has pasado frío?
-Sí.
-¿Ya quieres ver a tu papá?
-Sí

Por eso desistieron, y ahora volverán a Colombia a través del retorno asistido de autoridades migratorias.

“Yo prefiero que me digan, regresó, que me digan no, allá murió. No entiendo cómo las personas siguen viniéndose porque esto no es vida, yo sí que me voy a regresar”.

Kayla Soto, migrante colombiana.

Retornan antes de que el daño sea mayor.

“Y por supuesto, de todo el trayecto, y todas las afectaciones que significa caminar miles de kilómetros y su cuerpo no está diseñado ni preparado para resistir las temperaturas, la falta de alimentación, el cansancio extremo”.

Juan Martín Pérez García, Tejiendo Redes Infancia en AL.

Los menores también tienen voz

Ponerles voz y rostro. Sacarlos de la sombra de la migración forzada es uno de los grandes retos.

“Dejemos de pensar a los niños, niñas y adolescentes como infantes que no tienen voz, pensémoslos como niñas, niños como adolescentes que tienen el derecho a ser escuchados y que debemos voltear a verlos en todo momento”.

Guadalupe Beltrán, coordinadora de formación, CAFEMIN.
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