Los alebrijes son unas curiosas artesanías mexicanas que se fabricaron originalmente en cartón, representan a figuras fantásticas que combinan elementos fisionómicos de varios animales, reales o imaginarios, pintados de brillantes colores. Últimamente se han vuelto muy populares por cintas como “Coco” o el ahora tradicional Desfile de Alebrijes en la CDMX, y hasta por diseños como el del traje típico que lució la mexicana Andrea Meza en el concurso de Miss Universo.
¿Cómo son los alebrijes?
Estas artesanías mexicanas que representan a figuras fantásticas se podrían equiparar a la famosa quimera, que, según la mitología griega, era un monstruo híbrido con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón.
Los alebrijes mexicanos pueden estar hechos de papel maché, madera o barro; destacan por sus caprichosas formas y sus colores brillantes.
¿Dónde nacieron los alebrijes?
Existen dos poblados en Oaxaca cuyos artesanos viven de la elaboración de los alebrijes, uno es San Antonio Arrazola, que se ubica a unos cuántos kilómetros de la capital de Oaxaca, en el municipio de Santa Cruz Xoxocotlán, y el otro es San Martín Tilcajete, ubicado a 35 minutos de la capital, donde también sus pobladores se dedican a la fabricación de estos seres imaginarios.
Sin embargo, se sabe que los alebrijes fueron inventados en los años 30 por el cartonero de la CDMX Pedro Linares López, quien después de una pesadilla procedió a la elaboración de los primeros ejemplares.
Los monstruos de Pedro Linares fueron fabricados en papel maché, en tanto los monstruos de Oaxaca utilizan madera de copal fresca porque, dicen, no se raja al secar. Aún no se sabe cómo fue que los monstruos de cartón de Linares llegaron a tierras oaxaqueñas y se combinaron con algunas técnicas de los zapotecas ancestrales para fusionar un arte que es reconocido en todo el mundo.
San Martín Tilcajete, en los Valles Centrales oaxaqueños
Este poblado de los Valles Centrales de Oaxaca pertenece al distrito de Ocotlán y, según algunos cálculos, existen más de 250 talleres artesanales que destacan por la elaboración de los famosos alebrijes. Se sabe que los artesanos eligen los mejores trozos de madera para luego ir dándole la forma que se imaginan o que vislumbraron en sus sueños.
El proceso es muy cuidado: se deja secar el material un par de días, se “cura” con gasolina y posteriormente viene el proceso de tallado de la madera, que inicialmente es con machete y luego con navaja; luego se van puliendo las piezas por separado, alas, partas, orejas, lenguas, y se lijan para después realizar el ensamblado, la pintura y la decoración.
Algunas agencias ofrecen en el centro de Oaxaca realizar recorridos a San Martín Tilcajete y otros sitios cercanos, como Montealbán o el Árbol de El Tule.
San Antonio Arrazola y sus creaciones de copal
Este lugar, al que también se le conoce simplemente como Arrazola, se halla a 10 kilómetros de la capital del estado, rumbo a Zaachila, también en los Valles Centrales de Oaxaca. Aquí los artesanos tallan las figuras de madera de copal.
En este lugar llegaron las creaciones de Linares y pronto fueron adaptadas por el artesano local Manuel Jiménez Ramírez, quien le dio su propio estilo y consiguió que los pobladores empezaran a interesarse en esta técnica, y pronto la mayoría de Arrazola se dedicó a los alebrijes. Don Manuel Jiménez fue reconocido por diversos artistas y visitantes porque impartió algunos cursos en el extranjero.
Precisamente hablando de exposiciones en el extranjero, recientemente terminó la exposición Alebrijes: México Hecho en Polonia, la cual se presentó en Varsovia, Polonia, y tuvo como invitados a los artesanos de Arrazola y San Martìn Tilcajete; contó además con el apoyo del Instituto Oaxaqueño de las Artesanías y la Embajada de México en Polonia.