Llegó septiembre, momento en el que se exaltan a los héroes que dieron libertad a México; aunque los personajes principales para el Día de la Independencia son Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende, Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, también se recuerda a otros que, por sus actos heroicos, tienen un lugar en la historia nacional, como fue el cadete Juan Escutia.
El 13 de septiembre de 1847 surgió uno de los hitos más famosos de la historia mexicana con la batalla en el Castillo de Chapultepec. Durante la guerra entre México y Estados Unidos: los Niños Héroes, de donde proviene el acto de Juan Escutia, cadete que se arrojó al vacío envuelto la bandera mexicana, para que ésta no cayera en manos de los invasores. Pero, ¿realmente eso ocurrió?
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¿Quién era Juan Escutia?
Juan Escutia nació el 22 de febrero de 1827, en Tepic, Nayarit. De acuerdo con el Gobierno de la entidad, es uno de los héroes nayaritas al que se le conoce por la gesta de los “Niños Héroes de Chapultepec”.
Fue un soldado del batallón de San Blas y el único que aún no era alumno consagrado por el Colegio Militar, pues, por su edad y por la situación que prevalecía, no se le había aceptado formalmente. El cadete falleció a los 20 años de edad.
¿Juan Escutia se aventó para proteger la bandera de México?
Al respecto, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destaca que muchos mitos se han construido en torno a Los Niños Héroes. Se dice, por ejemplo, que ni siquiera existieron, que estaban castigados, que la ofensiva estadounidense los agarró en plena borrachera, que Juan Escutia no se lanzó para proteger la bandera, sino que se tropezó o, en el otro extremo, hay quienes tienen la idea de que sólo ellos seis defendieron el Castillo. Sin embargo, la mayoría de lo dicho es falso.
Este suceso, agrega, se suscitó en la Guerra entre México y Estados Unidos, de 1846-1848, en la que se perdió más de la mitad del territorio nacional.
El 12 de septiembre de 1847, la guerra ya no pintaba bien para México: todo el norte del país estaba en manos de los estadounidenses. Los puertos estaban tomados, y un segundo frente había llegado por mar a Veracruz, y avanzado por la ruta de Cortés hasta la Ciudad de México. Puntos como el Antiguo Convento de Churubusco y Molino del Rey habían caído, y el Ejército norteamericano se disponía a asaltar el Castillo de Chapultepec (entonces sede del Colegio Militar), comenzando ese mismo día un intenso bombardeo.
Pese a la resistencia de los soldados mexicanos y la lluvia de fuego bajo la que se vieron los soldados estadounidenses, no se detuvo su avance y la superioridad numérica fue crucial para que a las 9:30 de la mañana llegaran al castillo.
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Qué hicieron los Niños Héroes
Desobedeciendo la orden de su superior, los seis niños héroes decidieron empuñar sus armas y unirse a la batalla, constituyéndose así como la última línea de defensa del Castillo. Se tiene registro de que seis de ellos perdieron la vida: el subteniente Juan de la Barrera y los cadetes Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez y Juan Escutia. De éste último cuenta la leyenda que se arrojó al vacío envuelto en la bandera para evitar que cayera en manos enemigas.
“El general Bravo entregó su espada, tachonada de piedras preciosas, pero no logró que se rindieran seis de sus jóvenes cadetes, los cuales prefirieron morir. Uno de aquellos muchachos, con la bandera mexicana en los brazos, perdió la vida al arrojarse del muro”.
J.D. Eisenhower, historiador norteamericano.
Los Niños Héroes sí existieron, no estaban borrachos ni castigados y sí perdieron la vida en batalla; sin embargo, no fueron los únicos. El mismo 13 de septiembre casi todo el Batallón de San Blas perdió la vida al tratar de detener el ascenso del Ejército norteamericano, añade la UNAM.