Nuestros perros son parte esencial de nuestra familia y, como tal, deben ser tratadas con respeto y empatía y aunque “Firualis”, “Milaneso” o “Solobino” de repente se excedan en sus travesuras, dejando uno que otro mueble masticado, o alguna alfombra marcada con orina, lo peor que puedes hacer, según científicos, es gritarles, peor aún, jalarlos bruscamente de su collar.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala, recurriendo a algunos estudios que se han realizado alrededor del mundo, que el entrenamiento “de castigo”, el cual incluye gritos o “jalones de correa” estresa a los perros y los hace más “pesimistas” por lo que lo mejor, si es que quieres que tu lomito se porte bien y no se ande almorzando un pedazo de sillón, es entrenarlo con “recompensas”.
¿Por qué no es bueno gritarle a los perros?
Marc Bekoff, quien es biólogo evolutivo de la Universidad de Colorado, en Boulder, destaca, citado por la UNAM, que el entrenamiento de castigo “puede parecer funcionar a corto plazo”, sin embargo, este método puede tener consecuencias negativas a futuro: el peor, nuestros mejores amigos de trufa húmeda y rabo juguetón podrían “vivir en un estado de estrés perpetuo”.
Un estudio, liderado por la científica Ana Catarina Vieira de Castro, en la Universidad de Oporto, en Portugal, en el cual participaron 92 perros provenientes de escuelas de entrenamiento basadas en recompensas, como comida y juegos, y de otras en donde el gritar y sacudir la correa son cosa de todos los días, dio resultados francamente reveladores.
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- El dato: En el estudio, 42 lomitos provenían de escuelas de entrenamiento de recompensas y 50 de programas basados en aversión, es decir, aquellos que utilizan el refuerzo negativo para entrenar, llámese, popularmente, gritos.
No hay que gritarle a “Solobino”: los resultados del estudio
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores grabaron a los canes durante el entrenamiento y, además, tomaron muestras de su saliva, antes y después del mismo, para medir sus niveles de cortisol, la famosa hormona del estrés
Los resultados dejaron anonadados, perplejos y con el ojo cuadrado a más de uno.
Los canes que estuvieron bajo el rígido programa de refuerzo negativo, al final mostraron más comportamientos relacionados con el estrés, como lamerse los labios y bostezar, además de que tuvieron niveles más altos de cortisol en la saliva, aún después de haber llegado a un lugar seguro, su hogar.
Por su parte, los perros que fueron entrenados con recompensas no mostraron cambios en sus niveles de cortisol y se mantuvieron tranquilos en su casa.
Para averiguar si los efectos persistieron, los investigadores midieron cómo 79 de los perros respondieron a una posible recompensa de sabroso alimento.
Primero, entrenaron a los perros para asociar el lado de una habitación con una deliciosa salchicha. Si un perro encontraba un tazón en esa parte de la habitación, contendría salchichas, mientras que los cuencos al otro lado de la habitación estarían vacíos.
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“Luego, los investigadores colocaron un recipiente vacío en varias posiciones entre los dos extremos y midieron la rapidez con que los perros se acercaron a él”.
UNAM Global.
El perro “optimista”, aquel que fue entrenado con recompensas, corrió emocionado, rabo juguetón, estilo látigo, incluido, hacia el tazón de en medio. Mientras que el perro “pesimista” se movió más lentamente.
En la prueba, cuanto más castigo había recibido un perro, más “pesimista” era y más pronunciados eran los resultados.
“Éste fue un estudio cuidadoso… El entrenamiento basado en recompensas puede llevar tiempo, pero ¿y qué? Al menos el perro no vive con miedo o con estrés constante”.
Marc Bekoff, biólogo evolutivo de la Universidad de Colorado.
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Aunque el documento del novedoso estudio no abordó qué método es más efectivo para entrenar perros, Bekoff señala que este y otros hallazgos proporcionan evidencia más que suficiente para que los dueños de perros eviten el entrenamiento basado en aversiones.