En la época prehispánica, los perros eran una especie muy importante para la cultura mexica, debido a se creía que el dios Xólotl condenaba las almas de aquellos que se atrevieran a maltratar a los peluditos.
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La leyenda de Xólotl, el dios mexica que te castigaba si maltratabas animales
De acuerdo con la cultura mexica, Xólotl castigaba a quienes maltrataban a los peluditos; se trataba del dios del inframundo, de la noche, de los gemelos y de la transformación.
- También era el protector de los animales silvestres.
Según la mitología pehispánica, era muy vengativo, pues si alguien maltrataba a un perro, se le aparecía en pesadillas y les mandaba enfermedades o desgracias.
La leyenda cuenta que un día existió un hombre que maltrataba a su mascota. Le pegaba, lo insultaba y lo dejaba sin comida. Un día, el animal se escapó, por lo que el sujeto enfureció y dijo que lo mataría si lo encontraba.
- Aunque lo buscó durante días, no pudo encontrarlo.
Una noche, tuvo una pesadilla en la que Xólotl se le aparecía y le decía que lo iba a castigar por su crueldad. Al día siguiente despertó muy enfermo; se sentía muy débil y tenía fiebre.
- Nadie pudo curarlo, por lo que murió.
La relación de los perros con los mexicas
De acuerdo con el Gobierno de México, en la época prehispánica, los perros ocuparon un lugar destacado en la vida de los antiguos pobladores; no solo se trataba de un animal de compañía presente en la cotidianidad y con el cual formaron relaciones estrechas y una convivencia similar a la que hoy en día mantenemos.
- También era una figura importante en la cosmogonía de algunos pueblos mesoamericanos.
Existían diferentes tipos de canes nativos en los pueblos nahuas, pero entre ellos destaca la presencia de los xoloitzcuintles, que se caracterizaban por su piel suave, escasa de pelo, su hocico puntiagudo, sus orejas grandes y su temperatura corporal alta.
Una de las facultades más valiosas que se le atribuía a este tipo de animales era la capacidad de llevar las almas hacia el inframundo; esta era la razón por la que formaba parte sustancial de los rituales mortuorios.
Tras el fallecimiento, se ponía en marcha un complejo y extenso ritual que, entre muchas otras acciones, incluía el sacrificio de un can. Generalmente, se sacrificaba al que había acompañado al difunto durante su existencia, pues se pensaba que guiaba a su amo por los difíciles caminos del inframundo, particularmente ayudándolo a cruzar ríos.
- Asimismo, se creía que los perros de pelaje bermejo eran los únicos que podían hacer esta tarea.
Contrario a la creencia generalizada que señala que eran un alimento común entre los pobladores, estos animales eran un festín sagrado que se consumía en ceremonias específicas en las que generalmente los peludos eran sacrificados por medio de la extracción del corazón.
- En ocasiones, en estos rituales las mascotas sustituían al hombre.
De acuerdo con la investigadora, historiadora y académica mexicana Mercedes de la Garza, la sustitución se debe a que es el animal, por excelencia, del hombre, y, por tanto, puede representarlo ante los dioses.
“Se ha hablado de esta especie como el antepasado y el héroe cultural que le da el fuego solar al hombre y, con él, la civilización. Está en el origen del hombre, en su vida cotidiana y en su muerte”
Mercedes de la Garza, historiadora.