San Guinefort, el perro considerado santo en Francia, a quien se le atribuyen varios milagros
En Unotv.com te contaremos sobre San Guinefort, el perro considerado santo en Francia, a quien se le atribuyen varios milagros, mira los detalles.
Uno de los santos con el poder de curar a los bebés fue venerado desde el siglo XIII hasta mediados del XX, esto en la región francesa de Auvernia.
El santo se llamaba San Guinefort, pero la Iglesia Católica nunca lo reconoció ya que se trataba de un perro.
De acuerdo con National Geographic, la historia de Guinefort aparece en el libro “De Supersticione“, de mediados del siglo XIII por Étienne de Bourbon, quien era un predicador que fue de los primeros inquisidores y redactó una larga lista de supersticiones, leyendas y herejías, entre ellas la de este perro.
En el libro se escribe que Guinefort era un perro lebrel, su dueño era un caballero de Villars-les-Dombes, una localidad en Lyon, un día al volver a su castillo, el hombre vio que su hijo de pocos meses ya no estaba, la cuna estaba volcada y las sábanas tenían mancha de sangre.
Fue entonces que Guinefort se acercó con el hocico lleno de sangre, por lo que se llegó a la conclusión de que había matado a su hijo, por lo que el caballero mató al perro con su espada y arrojó el cuerpo al pozo.
Pero después escuchó el llanto del niño y lo vio sin ningún rasguño, estaba al lado del cadáver de una serpiente, por lo que se dio cuenta del error que había cometido. El perro no hirió al niño, sino que lo protegió de este animal, es por eso que el caballero llenó el pozo de piedras y plantó árboles a su alrededor, lo que se convirtió en un mausoleo natural.
Esta historia normalmente se toma como una leyenda debido a las historias parecidas que han existido en otras partes del mundo, y que deja la enseñanza de que no se debe actuar movido por la ira.
Pero algunas personas que habían escuchado esta historia, veneraban a Guinefort como si fuera un santo protector de los niños, por lo que las mujeres llevaban a sus bebés enfermos al pozo para pedir por la salvación de ellos.
También se comentaba que en las inmediaciones vivía una anciana que preparaba pociones y se ofrecía a sanar a los niños con métodos poco ortodoxos, como dejarlos desnudos en la noche al interior de troncos huecos y conjurar espíritus de la naturaleza para que los librara de la enfermedad.
En esa época se le dedicó el 22 de agosto como festividad ya que en esa fecha el amanecer coincide con la aparición de Sirio, la estrella principal de la constelación del Can Mayor.
Pero la Iglesia no veía bien el hecho de venerar a un perro como santo, ya que era algo contrario a la doctrina cristiana, que señala que sólo los seres humanos tendrían alma inmortal, por lo que la institución nunca se refirió a él como San Guinefort.
Por lo mismo a lo largo de los años la Iglesia quiso frenar el culto a Guinefort imponiendo multas a quienes se les sorprendía rezando al perro, pero esto no surtió efecto.
La devoción al can siguió y sobrevivió a las épocas en las que se castigaba la brujería, pero la fe en el “perro santo” era fuerte, pero fue más o menos en 1870 que se dio la orden de destruir el pozo donde supuestamente se encontraba enterrado, pero a pesar de eso, las peregrinaciones continuaron hasta la década de 1930.
Hoy en día la historia es popular en Francia, y suele protagonizar libros para niños y algunas madres suelen venerar al perro para cuidar a los niños pequeños.