Ver a uno o varios gatos que viven en la calle, flacos, enfermos o entre la basura en busca de comida, puede provocar distintas reacciones. Querer ayudarlos puede ser una de ellas, pero, ¿cómo se puede ayudar a los “michis” de la calle?
Sandra e Ireri dedican gran parte de su tiempo a esta labor, forman parte de una Asociación Civil que brinda atención a gatos en situación de calle.
“La gente es más empática con los perros de la calle, con los gatos no. A los gatos de la calle la gente los desprecia; la gente nos ve mal a nosotras que les damos de comer y créeme que lo hacemos de manera responsable: tratando de que sea un buen alimento, un alimento de calidad, trampeando los ocho días, llevándolos a la veterinaria, tratando de que las colonias sean controladas en cuestión natal”.
Sandra Hernández / Integrante de UPA Unión de Protectores de Animales “Por una Vida Digna” A.C.
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Las mujeres han implementado un programa ético para ayudar a los gatos callejeros, también llamados ferales. Cuidan, alimentan y sobre todo mantienen el control natal de cinco colonias ubicadas en diferentes puntos de la CDMX.
“Son familias pequeñas que hemos tenido bajo un riguroso control médico, bajo un riguroso control sistemático de atenderlos, porque se mantienen limpios los espacios donde están, porque tienen comederos, con comida permanente, a libre demanda, porque tienen agua limpia y ellos están sanos”, señala Ireri Carranza, presidenta de la UPA.
Alimentarlos solamente en poco los beneficia a los gatos ferales. A decir de los especialistas, su población puede aumentar de manera descontrolada
“Cuando solo alimentamos a los gatitos, les damos muchos más recursos para que puedan reproducirse más, y entonces más gatitos nacen, pero el problema es que van a nacer en una situación que no es la óptima, en donde no va a haber veterinario que los revise, en donde a lo mejor si dejamos la comida todo el tiempo otros animales, otros insectos que no son deseables para la comunidad, se pueden reproducir y sobre todo corren el riesgo de ser envenenados”, señala Claudia Edwards, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
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Un gato por sí solo tiene pocas posibilidades de sobrevivir, por eso los gatos ferales viven en colonias, es decir, en grupo. Eliminar las colonias, tampoco resuelve el problema.
“Por mucho tiempo el control que se había hecho de los animales que están en situación de calle había sido la matanza y se ha visto que eso no es ni ético, ni tampoco es la solución, porque nosotros podemos matar un animal o una colonia de animales, pero obviamente ahí hay un nicho: porque hay comida, porque hay agua, porque hay un lugar donde resguardarse, entonces otros animales llegan y puedes matar y matar y matar y esta situación nunca se va a terminar”, abunda Edwards.
- Toma nota: Los gatos callejeros no se pueden dar en adopción. Al ser ferales, no pueden adaptarse a vivir con las personas ni al encierro.
“El introducirlos o tratar de introducirlos a una casa va a ser un estrés gigantesco para este animal, ellos simple y sencillamente no pueden tener esta socialización con el humano”, señala Verónica Estrada, directora de la Clínica Doctora Cats.
La vida de los gatos callejeros, es dura. Enfrentan maltratos, enfermedades y muerte prematura. Implementar un programa para controlar la población, es clave para detener ese ciclo de sufrimiento.
“Este programa se llama TNR (Trap-Neuter-Return) atrapa, esteriliza y suelta, por sus siglas en inglés, en donde se ponen trampas, estas trampas son especiales y hay que hacerlo con gente que sabe por qué los gatos son muy “estresables”, después se hace esta cirugía de mínima invasión para esterilizarlos, estos gatitos se marcan, a veces con una pequeña muesca en la orejita y luego ya se suelta en la comunidad”, detalla la profesora Edwards.
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Para lograr lo anterior, es necesaria la formación de las personas que alimentan y cuidan las colonias para hacerlo de una manera responsable.
“Cualquier persona que quiera dedicarse a la protección tiene que entender que tiene que tener un programa de atención responsable, que tiene que tener todo este círculo de: alimentarlos, de esterilizarlos, de vacunarlos, de ver si están enfermos, porque si no, no está haciendo bien las cosas”, abunda Ireri Carranza.