“No puedo tener un juicio justo en Nueva York”, se quejó días antes Donald Trump, que el pasado martes compareció ante un juez y se declaró no culpable, en su ciudad natal, que siempre le ha sido hostil pese que fue aquí donde construyó su fortuna y su leyenda, pero donde viven miles de inmigrantes que no están de acuerdo con la retórica del exmandatario de Estados Unidos.
Su sorpresiva elección en noviembre de 2016 a la Presidencia de EU fue muy mal recibida en Manhattan, donde los manifestantes le hicieron saber que “Nueva York odia a Trump”.
En su momento, el New York Times y la BBC analizaron “el amor” del 45 presidente estadounidense por esta megalópolis que “no le ama”, una ciudad donde Trump “odia ser odiado”.
Cuando llegó el lunes por la tarde a su Trump Tower de la mítica Quinta Avenida, para su comparecencia histórica ante el juez colombiano Juan Merchán, el multimillonario se tuvo que conformar con un puñado de seguidores que declaraban “We love Trump!” (“¡Amamos a Trump!”) al pie de su suntuoso rascacielos.
Para un narcisista como él, seguro que no apreció las pancartas que pedían “encerrarlo” y “tirar la llave”.
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¿Por qué no quieren a Trump en Nueva York?
Según Brian Arbour, profesor de Ciencias Políticas, la “principal razón de la aversión” de los neoyorquinos por Trump se debe sobre todo a que es “una ciudad de inmigrantes”.
En este extraordinario mosaico cultural de 8.5 millones de almas “muchos habitantes son inmigrantes o sus padres o abuelos lo fueron y siguen apegados a sus raíces“, dijo el profesor del John Jay College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).
Políticas antiinmigración y retórica racista
Así, sus “políticas antiinmigración” y su “retórica dura, incendiaria y racista son particularmente desastrosas en una ciudad donde tantos habitantes estiman que el dinamismo y el crecimiento emana de las comunidades extranjeras”, subraya Arbour.
Políticamente, Nueva York es una ciudad “profundamente demócrata desde hace un siglo“, según Arbour, como se confirmó con la elección del antiguo alcalde de izquierda Bill de Blasio (2014-2021), que fue reemplazado el 1 de enero de 2022 por otro demócrata un poco más a la derecha, el expolicía afroestadounidense Eric Adams.
Aunque a los “republicanos les ha ido mejor” en la ciudad y en el estado de Nueva York, más rural y conservador, en las últimas elecciones de medio mandato, en noviembre, se debió “principalmente al tema de la inseguridad”, analiza el profesor.
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Trump creció en un entorno procedente de la inmigración europea
Nacido en el popular condado de Queens el 14 de junio de 1946, Donald J. Trump creció en un entorno procedente de la inmigración europea protestante: su padre Fred Trump, nacido en 1905 en el Bronx, era hijo de un inmigrante alemán y su madre, Mary Anne MacLeod, nació en 1912 en Escocia.
Educado en una escuela militar, empezó a trabajar en la empresa familiar después de terminar sus estudios de comercio. Pero contrariamente a la leyenda que se ha creado, no tiene nada de “hombre hecho a sí mismo“. Después de la II Guerra Mundial su padre había creado un imperio inmobiliario en Nueva York con la construcción de apartamentos para la clase media en barrios populares.
Donald Trump asumió las riendas de la empresa en los años 1970 con una sólida ayuda financiera paterna, antes de convertirse en estrella de la televisión gracias a la célebre emisión del programa de concursos The Apprentice.
En su biografía aparecida en 2022 (“Confidence Man: The Making of Donald Trump and the Breaking of America”) la reportera política del New York Times Maggie Haberman escribe que las “dinámicas que definieron a Nueva York en los años 1980 esculpieron y marcaron a Donald Trump durante décadas. Como si se hubiera congelado en el tiempo”.
En un artículo de septiembre, el diario neoyorquino descifraba la tesis de su periodista: “No se puede comprender realmente a Donald Trump a menos que se esté familiarizado con los usos y los códigos vaporosos, teatrales e histriónicos de la escena política y económica neoyorquina”.