La elección presidencial de Estados Unidos está consolidando lo que podría ser una tormenta perfecta, con un presidente rebelde que durante los últimos meses se ha dedicado a socavar la credibilidad del sistema electoral de ese país, que no es un sistema federal, son 50 elecciones estatales, y que amenaza con impugnar los resultados si éstos no le favorecen.
Donald Trump ya ha iniciado una cruzada legal, justamente para invalidar cientos de miles de los votos que se han emitido en los estados dónde él percibe, puede resultar perdedor.
También, el actual presidente mantiene un discurso polarizante, atacando a las figuras políticas, a gobernadores, al expresidente Barack Obama, además de que hizo llamados a sus seguidores a vigilar los centros de votación, algunos de ellos de corte paramilitar que ya provocaron que un grupo de ellos intentara descarrilar el camión donde se transporta el candidato Joe Biden y su compañera Kamala Harris.
Todos estos elementos son un caldo de cultivo propicio, ya que Estados Unidos tiene a un presidente que ha dejado en claro, que si los resultados no le son propicios podría impugnarlos, lo que podría configurar un escenario muy probable de la siguiente manera:
Que el 3 de noviembre Trump vaya aventajando en los resultados, porque la mayoría de sus seguidores, un 70% prefieren votar el día de la jornada electoral, los seguidores de Biden tienen un comportamiento opuesto, 60% están votando a través del voto temprano o a través del voto por correo.
Si se perfila una aparente ventaja de Trump el día de las elecciones, pero poco a poco el resultado es remontado por Biden, el presidente podría sacar su argumento de “se los advertí, los votos fraudulentos son del voto por correo”, y configurar una crisis constitucional dónde se impugnen los resultados.
En dicha impugnación se busca hacer conteos e invalidación de votos y, eventualmente, llegar a una Suprema Corte de Justicia que, gracias a la confirmación de la jueza Amy Coney, podría tener la última palabra como ya la tuvo en las elecciones de 2000, entre Albert Gore y George W. Bush que finalmente le dio la presidencia a los republicanos.
Parea ello, Trump ya ha contratado a cuatro jueces jurídicos prominentes para que identifiquen aquellas áreas en las que se pueden impugnar los comicios.