En Suiza, después de caminar durante horas en la montaña entre un mar de hielo, el glaciólogo suizo Matthias Huss se acuclilla cerca del centro de un masivo glaciar y revisa sus mediciones.
Un análisis de los datos recopilados en Aletsch, el glaciar más grande de los Alpes, pinta un cuadro preocupante del impacto del cambio climático sobre el coloso.
En la última década, el glaciar de unos 80 kilómetros cuadrados de hielo y roca, ha perdido 1,5 metros de grosor cada año.
Aletsch, que contiene 20% del volumen total de hielo de los mil 800 glaciares suizos, ha visto derretirse un kilómetro cúbico de hielo en el mismo período. “El cambio está ocurriendo muy, muy rápidamente”, dice Huss.
El investigador de 41 años dirige la Red de Monitoreo de Glaciares (Glamos), una red científica que documenta la reducción de los glaciares suizos por el calentamiento del planeta.
“Los glaciares son realmente un termómetro gigante y visible“, comenta, tras señalar que es “mucho más desgarrador ver un glaciar perder volumen y grosor que mirar un gráfico del aumento de temperaturas”.
“Los glaciares son hermosos”, declara al comentar la respuesta a veces emocional de la gente cuando reflexiona sobre la disminución y futura desaparición de estas formaciones de hielo.
Los científicos de Glamos monitorean alrededor de 20 glaciares suizos cada año, y han notado que desde 2010, la frecuencia de años con pérdidas extremas de hielo se ha acelerado dramáticamente.
Uno de esos años fue 2011, el siguiente fue 2015 y luego 2017, 2018 y 2019, todos los cuales rompieron récords en pérdida de hielo.
Glaciar Pizol, un funeral simbólico
Aunque 2020 no fue un año de extremos, los glaciares suizos perdieron 2% de su volumen total y este año podría continuar la tendencia negativa, pese a las fuertes nevadas y a un invierno relativamente frío, indicó Huss.
El calentamiento global avanza tan rápido que varios glaciares pequeños ya desaparecieron.
En septiembre de 2019, Huss participó en un funeral simbólico para el glaciar Pizol en el noreste de Suiza, a 2 mil 700 metros de altura.
- “Desde entonces hemos dejado de monitorear a Pizol, ya no tiene sentido“, lamentó Huss.
Tiene previsto recoger dos muestras finales en las próximas semanas, aunque reconoce que “después de eso, realmente será el fin”.
Está seguro de que Pizol, no será el último glaciar en derretirse completamente.
“En los próximos 10-20 años, ciertamente desaparecerán otros glaciares conocidos“, lamentó.
Alegría infantil
Huss ha estado fascinado con las enormes formaciones de hielo desde su infancia, cuando visitó el gigantesco glaciar Gorner, cerca de Zermatt.
“Cada vez que vuelvo a un glaciar tengo este sentimiento especial, y pienso en la primera vez” que los vio, dijo.
Aquella alegría infantil se hace visible cada vez que su figura desgarbada pero atlética atraviesa las fisuras azuladas en su camino.
Dado el amor de Huss por los glaciares, uno podría pensar que resulta triste documentar su rápida desaparición.
“Es cierto que como ser humano, es deprimente”, admite. “Pero como científico es muy interesante ver y analizar cambios tan rápidos”.
Huss espera que las mediciones científicas sobre el estado de los glaciares puedan conducir a acciones concretas.
“Tengo la impresión de que ha habido un cambio real en cómo pensamos sobre la política (…) mucha gente dice ahora que debemos actuar”, apuntó.
Aunque existen cada vez más planes de acción, Huss insiste en que “en algún momento tendrán que ser transformados en algo real“.