Las escuelas públicas del Reino Unido buscan soluciones para pasar el invierno, como bajar la calefacción, implementar una semana de cuatro días o abrigarse más, debido a los grandes aumentos al costo de la electricidad.
El aumento de la factura es “colosal”, señala Rachael Warwick, que dirige tres escuelas en el sur de Inglaterra. “Estamos buscando 900.000 libras adicionales (más de un millón de dólares), no presupuestadas, es una presión enorme”, explicó.
Normalmente, sus gastos anuales de gas y electricidad son de 250,000 libras. Pero este año la factura se ha elevado a 1.1 millones de libras.
La inflación en el Reino Unido se ha disparado y en julio superó el 10% interanual, su nivel más alto en 40 años y la mayor entre los países del G7 de economías avanzadas como:
- Estados Unidos
- Canadá
- Reino Unido
- Alemania
- Italia
- Francia
- Japón
Y ante la previsión de nuevas alzas del precio de la energía, la situación amenaza con seguir empeorando.
Los hogares están protegidos por un tope tarifario impuesto por el gobierno, aunque aumentará un 80% en octubre. Sin embargo, este tope no se aplica a las empresas ni a las instituciones públicas.
Sector educativo afectado por la inflación
La crisis afecta a todos los sectores, uno de ellos es el de la educación.
Tras dos años marcados por la pandemia del COVID-19, los directores tienen que gestionar una nueva crisis, con presupuestos fijados antes de la guerra de Ucrania y el aumento de los precios de la energía.
Decisiones difíciles en el sector educativo en Reino Unido
“Por lo que oigo de otras escuelas, los precios se duplicarán o triplicarán”, apunta Paul Gosling, presidente del sindicato de directores de escuela NAHT y director de una escuela primaria en Exmouth, en el sur de Inglaterra.
Los establecimientos escolares también deben financiar el aumento del 5% de los salarios de sus empleados, anunciado por el gobierno durante el verano, sin ninguna financiación adicional del Estado.
“Los libros cuestan más, la comida cuesta más, todo está más caro“, insiste Steve Chalke, fundador del grupo escolar Oasis, que cuenta con 52 establecimientos.
Ante esta situación, los directores buscan cómo ahorrar. “Son decisiones difíciles”, lamenta Chalke, que ha pensado en aumentar el aforo de las clases, cancelar las excursiones o bajar la calefacción uno o dos grados.
“Algunos sugieren pasar a una semana de cuatro días. Cerrar la escuela durante un día. Pero no podemos hacerlo. Si no, ¿cómo van a ir los padres a trabajar?”, se pregunta.
Abrigarse más en las escuelas
Rachael Warwick prevé reducir el consumo de energía en las escuelas de “un 20 a un 30%”. “Bajaremos la calefacción, apagaremos las luces. Pediremos a los alumnos y al personal que se abriguen más. Pero esto no se corresponde en absoluto con el ahorro que tenemos que hacer”, señala.
Los trabajadores del sector harán un llamado al futuro primer ministro, que será elegido el lunes. “Todos los servicios públicos necesitarían poner un tope a los precios”, como ya ocurre con los particulares, explica Paul Gosling.
“Si el gobierno no hace nada, las escuelas tratarán de equilibrar su presupuesto reduciendo los gastos” a través de cortes de efectivos. “Eso no está bien porque afectaría la educación que reciben los niños”, opina.
El Ministerio de Educación afirma que es “consciente de las presiones inflacionistas a las que se enfrentan las escuelas” y subraya que el gobierno ha aumentado “su financiación en 4,000 millones de libras este año”.
También ha proporcionado a las escuelas recomendaciones sobre las ofertas de suministro de energía, señaló el ministerio en una declaración.
Durante su campaña para ocupar el puesto de primer ministro, Liz Truss y Rishi Sunak, los dos finalistas, prometieron ayudar a las escuelas.
“Estamos en esta situación porque hemos decidido apoyar a los ucranianos. Al hacerlo, por supuesto que hay que pagar un precio, pero no hay ninguna razón para que sean los niños quienes lo paguen”, manifiesta Steve Chalke.