El mercurio se sitúa bajo cero en Gaziantep, pero numerosas personas afectadas por el sismo aguantan en una fila al fresco. ¿El objetivo? Un plato caliente ofrecido gracias a una ola de solidaridad en los restaurantes de esta ciudad de Turquía.
“Las colas son interminables, pero los restaurantes hacen más que el gobierno”, asegura uno de estos desplazados, Ajde Gunes.
En el restaurante Imam Cagdas, popular por su alinazik (una mezcla de puré de berenjenas ahumadas y asadas con yogur y recubiertas de un guiso de cordero), distribuyeron unos 4 mil platos desde el sismo que causó más de 28,000 muertes en Siria y Turquía.
“Cocinamos platos fáciles de preparar, fáciles de servir y buenos para resistir el frío, como pasta o sopas desde la mañana”, explica Burhan Cagdas, hijo del propietario.
Cada día, el restaurante prepara cuatro o cinco platos distintos. “Si no tenemos suficientes ingredientes, otros restaurantes nos los dan. Saben que se trata de ayudar a la gente que están en necesidad”, asegura.
Unas 2,000 personas murieron por el sismo en la ciudad y decenas de miles tuvieron que dejar sus casas, consideradas demasiado peligrosas para vivir.
Ayuda en Turquía a pesar de la falta de insumos
Sin ingredientes suficientes, el restaurante Imam Cagdas ya no puede ofrecer los platos que le dieron fama, pero el guiso turco o tava (tomates, cebollas, carne y especias) cumple su función.
“Nuestro personal se encuentra en una situación imposible“, señala Cagdas. “Tienen víctimas en sus propias familias y sus casas quedaron destruidas”, afirma.
Incluso la familia del propietario lleva desde el lunes durmiendo en vehículos. Pero, aun así, “queremos ayudar”, asegura.
El sentimiento es compartido en otros restaurantes y cafés de Gaziantep, en Turquía.
Cientos de desplazados hacen cola cada mañana frente al Firino, un café situado a pies del castillo de la ciudad, cuyas torres se hundieron durante el sismo.
En el restaurante Meshur Kalealti, en medio del barrio turístico de Gaziantep, cada día ofrecen unas 3,000 sopas con pan.
“Continuaremos mientras la crisis persista”, dice su responsable, también llamado Burhan. “Incluso si esto debe durar semanas”, agrega.
Kebabs para quien los necesita
En esta fiebre solidaria, no podían faltar los típicos kebabs como los del negocio de pedidos para llevar de Hidir Nemasek en el barrio de Shartier. “Ofrecemos unos 200 kebabs diarios”, dice orgulloso.
En el parque del Festival, donde familias enteras pasan las noches al raso, las personas sin hogar hacen fila para recibir comida. Otras ciudades del país enviaron a las zonas afectadas camiones repletos de alimento y agua.
“Hago fila aquí una vez al día, pero para la cena buscaremos con mis niños un restaurante: los platos que ofrecen son mucho mejores“, dice Deniz Erdoglu, que vive en una tienda con su mujer y sus cuatro niños.
Algunos incluso venden su ganado para poder ayudar a los supervivientes del terremoto.
Sarigul Kacan, una mujer de 70 años de la provincia oriental de Kars, vendió su vaca por 13,000 liras (690 dólares) y envió este dinero a las víctimas, dijeron los medios turcos.
Otra jubilada, Nazime Kilic, víctima de un sismo en 1983 en la provincia de Erzurum, vendió su toro por 23,000 liras (1,220 dólares).“Tengo ocho hijos. Les digo: ‘ayudad tanto como podáis'”, dijo según un medio local.