La Academia Estadounidense de Pediatría (APP, por sus siglas en inglés) lanzó una nueva guía del COVID-19 para las escuelas y recomienda el uso universal del cubrebocas en los centros educativos para todas las personas mayores de 2 años.
“La AAP cree que, en este punto de la pandemia, dado lo que sabemos sobre las bajas tasas de transmisión en la escuela, cuando se utilizan las medidas de prevención adecuadas, junto con la disponibilidad de vacunas eficaces para los mayores de 12 años, los beneficios de la escuela presencial superan los riesgos en todas las circunstancias”.
Señala la guía
Los estudiantes mayores de 2 años y el personal deben usar cubrebocas independientemente del estado de vacunación contra el coronavirus, ya que “una parte significativa de la población estudiantil aún no es elegible para las vacunas” y porque muchas escuelas no tendrán sistemas para monitorear el estado de vacunación de los estudiantes y el personal.
“Con los principios anteriores en mente, la AAP aboga firmemente por que todas las consideraciones de política para los planes escolares COVID-19 deben comenzar con el objetivo de mantener a los estudiantes seguros y físicamente presentes en la escuela”, dice la guía.
“La importancia del aprendizaje presencial está bien documentada y ya hay evidencia de los impactos negativos en los niños debido al cierre de escuelas en 2020“, añade.
“Necesitamos dar prioridad a que los niños vuelvan a la escuela junto con sus amigos y sus maestros, y todos jugamos un papel para asegurarnos de que suceda de manera segura”, dijo Sonja O’Leary, MD, FAAP, presidenta del Consejo de Salud Escolar de la AAP.
“La pandemia ha cobrado un precio desgarrador en los niños, y no es sólo su educación lo que ha sufrido, sino su salud mental, emocional y física. La combinación de capas de protección que incluyen vacunas, uso de tapabocas e higiene de manos limpias hará que el aprendizaje presencial sea seguro y posible para todos”.
Además, otras acciones recomendadas por la AAP incluyen que todas las personas elegibles se vacunen; que se disponga de recursos de prueba adecuados y oportunos. Y también que las estrategias que se desarrollen puedan ser revisadas y adaptadas dependiendo de la situación en la comunidad.
