¿Qué relación tiene la salida del presidente Bashar al-Assad de Siria y los movimientos rebeldes?
En el poder en Siria desde hace más de medio siglo, el gobierno del partido Baaz, que terminó el domingo cuando los rebeldes tomaron Damasco, es para muchos sirios un símbolo de la represión.
El presidente Bashar al-Assad, en el poder desde hace 24 años, reprimió a sangre y fuego un levantamiento pacífico que estalló en 2011 en el marco de las revoluciones árabes. Antes que él, su padre, Hafez al Asad, también había aplacado sin piedad a sus oponentes.
El partido Baaz, que defiende la unidad de los países árabes, fue fundado el 17 de abril de 1947 por dos nacionalistas sirios formados en París, Michel Aflaq, un cristiano ortodoxo, y Salah Bitar, un musulmán sunita.
La formación se fusionó en 1953 con el Partido Socialista Árabe y fue ganando popularidad entre intelectuales, campesinos y minorías religiosas. Se estableció además en otros países árabes, como Irak.
Sus dos fundadores no podían imaginar que dos ramas rivales de ese partido, una en Irak y otra en Siria, acabarían estando al frente de dos regímenes autocráticos enemigos.
La toma del Gobierno en Siria
El 8 de marzo de 1963, el partido Baaz tomó el poder en Siria tras un golpe de Estado militar.
Otro golpe de Estado, dirigido el 23 de febrero de 1966 por el general Hafez al Asad, apartó a la dirección del partido, entonces bajo la influencia de Aflaq y Bitar, y provocó la ruptura con la rama de Baaz que gobernaba en Irak.
Un tercer golpe de Estado, el “movimiento correctivo”, el 16 de noviembre de 1970, impulsó a Hafez al Asad al frente del Estado. Al Asad mantuvo en la cárcel durante 23 años al presidente derrocado, Nureddin al Atasi.
Un año después se aprobó una nueva Constitución, que establece que el partido Baaz (“resurrección”, en árabe) es el “dirigente del Estado y de la sociedad”. La nueva Carta Magna instaura además el “referéndum presidencial”.
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Tras ser elegido presidente de la República por referéndum en 1971, Hafez al Asad permaneció en el poder hasta su muerte, en junio del año 2000.
Durante tres décadas, el país se fue cerrando sobre sí mismo:
- Se decretó el estado de emergencia
- Se amordazó a la oposición y a la prensa
- Se prohibieron las manifestaciones
En febrero de 1982, el régimen sofocó violentamente una insurrección de los Hermanos Musulmanes, su archienemigo, en la ciudad de Hama, en el centro del país.
A causa del apagón informativo no se conocen los datos con certeza, pero se calcula que la represión de aquel levantamiento dejó entre 10,000 y 40,000 muertos.
Como no existía oposición alguna, el nombre del “candidato” a la presidencia lo proponía el partido y luego, sometía su elección a referéndum. En cada votación, Hafez primero y su hijo Bashar al-Assad después, resultaron “elegidos” con más del 90% de los votos.
La llegada de Bashar al Asad a la presidencia de Siria
Cuando Bashar llegó a la presidencia, en julio del 2000, gracias a una enmienda constitucional porque no tenía la edad requerida para acceder al cargo, sus detractores denunciaron el establecimiento de una “República hereditaria”.
Bashar, como su padre, pertenece a los alauitas, una rama del islam minoritaria en Siria, cuya población es mayoritariamente musulmana sunita.
Como Túnez, Egipto y Libia, Siria también fue escenario de una revuelta árabe, en marzo de 2011, que cuestionó la hegemonía del partido Baaz.
Bashar al Asad prometió reformas, al tiempo que reprimió la revuelta a sangre y fuego.
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En el marco de las medidas prometidas, el gobierno sirio anunció un referéndum el 26 de febrero de 2012 sobre una nueva Constitución que pusiera fin al predominio del partido Baaz y que instaurase, en teoría, el pluralismo político.
Pero la revuelta derivo en una guerra civil, dejando un país dividido y más de medio millón de muertos.
Los rebeldes, que entraron el domingo en Damasco gracias a una ofensiva fulgurante, proclamaron “el fin de esta era oscura y el comienzo de una nueva era para Siria”, después “de 50 años de opresión bajo el gobernante partido Baaz, y 13 años de crímenes, tiranía y desplazamiento”.