Desde que el sábado estalló en Sudán un conflicto armado entre dos grupos que eran antes aliados, ya suman más de 100 muertos y 365 heridos, así como severos daños en instalaciones gubernamentales y de transporte, pero ¿por qué los enfrentamientos entre el Ejército y las RSF?
¿Qué está pasando en Sudán?
Desde el sábado, se disputan el poder las fuerzas del ejército leales al general Abdel Fattah al-Burhan, jefe del Consejo Soberano de Sudán, que gobierna el país tras el golpe de Estado de 2019, y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), dirigidas por el general Mohamed Hamdan Daglo, conocido como Hemedti, jefe adjunto del Consejo.
Ello, toda vez que desde el jueves el vocero de las Fuerzas Armadas sudanesas, Nabil Abdallah Ali Mohammed, alertó a la población por la movilización de las RSF en la capital y varias ciudades, sin la autorización de las autoridades militares, pese a integrarlas y elevando las tensiones y preocupaciones de seguridad, lo que luego derivó en los enfrentamientos directos.
Asimismo, este episodio es el primer conflicto armado desde que ambos grupos se unieron para derrocar al veterano autócrata islamista Omar Hassan al-Bashir en 2019, cuando al-Burhan dirigió el Consejo Soberano junto a los partidos políticos civiles para encaminar el país hacia la democracia.
Aunque ambos integrantes del Consejo Soberano eran amigos, la sangrienta guerra, que en tres días lleva más de 100 muertos y 365 heridos, se desencadenó por su desacuerdo respecto a la integración de las RSF al ejército, como parte de las acciones de la transición hacia un gobierno civil en Sudán, y que ya ha retrasado la firma de un acuerdo con respaldo internacional con los partidos políticos nacionales hacia la transición a la democracia, pretendido tras el impacto militar de 2021.
En las batallas, el ejército sudanés ha recuperado el control de varias zonas, pero el líder de las RSF acusa a su antiguo aliado y dirigente del Consejo Soberano de simpatizar con los islamistas y caciques del régimen derrocado, que gobernó el país durante tres décadas con mano de hierro.
¿Quiénes pelean por el control del gobierno de Sudán?
Abdel Fatah al-Burhan
Desde el golpe de Estado de octubre de 2021 al-Burhan, de 62 años, es el dirigente de facto de Sudán. Nacido en Gandatu, un pueblo al norte de Jartum, el general se alzó como una de las pocas figuras que generaba consenso para liderar el país.
Excomandante del ejército durante el mandato del derrocado dictador Omar al Bashir, pensaba contar con la lealtad de su segundo, el general Mohamed Hamdan Daglo, conocido también como “Hemedti”.
Ambos protagonizaron el golpe que puso fin a la transición de Sudán hacia un gobierno civil, siendo acusado por sus adversarios de ser un caballo de Troya de los islamistas y caciques de la época de al Bashir.
Tras la caída de Bashir en 2019, al Burhan dirigió el Consejo Soberano junto a los partidos políticos civiles para encaminar el país hacia la democracia, deteniendo a casi todos los ministros y responsables civiles antes de su golpe de Estado de 2021.
Además de ser visto por sus hombres como “un comandante que sabe liderar sus tropas“, y padre de tres hijos, según medios locales, coordinó el envío de tropas sudaneses a Yemen, impulsó la normalización de las relaciones con Israel y mantuvo buenos vínculos con el vecino Egipto.
Mohamed Hamdan Daglo
Sin embargo, en la región del Golfo muchos observadores apuntan a que Mohamed Hamdan Daglo, ahora enemigo del líder de facto, logró imponerse mejor.
Nacido en 1975 en una tribu árabe en la frontera con Chad, Daglo logró crear aliados en Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita tras enviar sus hombres a combatir en Libia o en el seno de la coalición militar liderada por Riad en Yemen.
Actualmente cuenta con una ventaja de peso, pues sus Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) creadas en 2013 e integradas al ejército regular, controlan numerosas minas de oro, recuerda el European Council on Foreign Relations. Además, Estados Unidos asegura que cuentan con el apoyo de los paramilitares rusos del grupo Wagner.
A lo largo de los años, Hemedti se ha impuesto como un actor clave en el país. A inicios de los años 2000 era apenas el jefe de una pequeña milicia del Oeste, pero tras numerosas batallas, incursiones y otras atrocidades que le valieron al dictador al Bashir acusaciones de crímenes de guerra, el general logró hacerse un hueco en la cima del poder.
Asimismo, dirigió las milicias Janjawid a las que al Bashir ordenó aplicar la política de tierra quemada contra las minorías étnicas no árabes en Darfur en 2003.
En la época, “la élite de Jartum lo veía como un delincuente analfabeto y advenedizo al que armaron sólo para que hiciera el trabajo sucio de la guerra de Darfur”, declaró Alan Bosweel, investigador del International Crisis Group, mientras que cientos de miles de muertos después, Hemedti logró ampliar su esfera de influencia desde esta región, donde aún tiene sus cuarteles, hasta Jartum.
Sus hombres, integrados en las RSF, intentan ahora arrebatar el poder al ejército, luego de que ayudaron a al-Burhan durante el golpe de 2021, aunque ahora asegura haber cambiado y alinearse con los civiles para denunciar al ejército.
Desde hace meses, usa las redes sociales para dirigirse a los más jóvenes, en un país en el que dos tercios de la población tiene menos de 30 años, herramientas que sigue ahora usa para llamar a la comunidad internacional a actuar contra el gobierno militar, a quien acusa de llevar una campaña brutal contra civiles bombardeando comunidades con aviones caza rusos.