La reina Isabel II dio el último adiós este sábado al hombre con quien estuvo casada 73 años, su “fuerza y apoyo”, el príncipe Felipe, en un sobrio funeral de cariz militar con mascarillas y pocos invitados debido a la pandemia por COVID-19.
Las exequias de la realeza británica suelen ser de gran envergadura, planificadas durante años y concurridas por monarcas y mandatarios de todo el mundo, pero las restricciones impuestas por la pandemia obligaron a modificar los planes para el entierro de Felipe, que falleció el 9 de abril.
La ceremonia se limitó a 30 invitados íntimos con mascarillas y distancias de seguridad. El acto comenzó con un minuto de silencio antes del oficio religioso en San Jorge, la capilla gótica del siglo XV situada en el casi milenario castillo de Windsor.
Luciendo sus medallas militares sobre trajes civiles, los cuatro hijos y varios de los nietos de la pareja real acompañaron a pie hasta allí al Land Rover verde, especialmente diseñado por Felipe para llevar su féretro, durante un breve cortejo fúnebre por los jardines del castillo.
La reina les siguió en un Bentley oficial con una dama de compañía.
Sin embargo, la monarca, que el próximo miércoles cumple 95 años, se sentó sola en la capilla para despedir a su esposo, el hombre con quien se casó siendo aún princesa en 1947 y cuya muerte la deja sola en su reinado.
Reino Unido guarda un minuto de silencio
Debido al coronavirus se pidió a los británicos que no se desplazasen hasta Windsor. Aun así algunos decidieron hacer el viaje mientras la mayoría del país seguía el acto por televisión, como hizo el primer ministro Boris Johnson desde su residencia de campo de Chequers.
El Reino Unido guardó un minuto de silencio en homenaje al príncipe Felipe al inicio de su funeral en la capilla San Jorge del castillo de Windsor. Este momento de recogimiento en memoria del marido de Isabel II coincidió con el momento en que los portadores subían su féretro por las escalinatas que conducen a la capilla donde será enterrado, en el panteón real.