El piloto Antonio Sena quien volaba un Cessna 210 hacia una mina ilegal en la Amazonia de Brasil el pasado 28 de enero, y estuvo perdido durante 38 días en la selva brasileña tras desplomarse su aeronave, habló sobre cómo logró sobrevivir hasta ser rescatado.
De acuerdo con el piloto sobreviviente, se encontraba piloteando su nave cuando el motor paró “súbitamente” y en pocos minutos el aparato se precipitó a tierra. Sena señala que antes de estrellarse, éste logró dirigir el monomotor desde unos mil metros de altura hasta un valle, a medio camino entre la localidad de Alenquer, de donde había despegado, y la mina ilegal California, en el estado de Pará en Brasil.
Cubierto de gasolina y antes de que el avión explotara, Sena dijo haber logrado salir tan rápido como pudo del interior y tomar “todo lo que fuese útil”: una mochila, 3 botellas de agua, una bolsa de panes, 4 gaseosas, cuerda y un kit de emergencia con navaja multiuso, linterna y dos encendedores.
Durante los primeros cinco días, Antonio dijo escuchar a los equipos de rescate aéreo buscándolo, sin embargo, no lograron avistarlo debido a la vegetación.
“Quedé devastado, pensé que no iba a salir de allí, que me iba a morir”, dijo el piloto a la agencia de noticias AFP en su residencia en Brasilia.
Gracias al GPS de su celular determinó su ubicación y planeó una ruta hacia el este, siguiendo la posición del sol. En esa dirección, el mapa había marcado dos pistas de aterrizaje, que sugerían la presencia humana.
Sena indicó que durante su peregrinación, perdió 25 kilos de peso, ya que según él “había agua, pero no comida y estaba vulnerable, expuesto a predadores” como el jaguar, el cocodrilo o la anaconda.
No obstante, el piloto hizo uso de lo que aprendió en un antiguo curso de sobrevivencia.
Motivado por la idea de volver a ver a sus padres y hermanos, caminó 28 km por las profundidades de la selva, sació su hambre con las mismas frutas que veía comer a los monos e ingirió tres huevos azules de tinamú, su única proteína en esos días solitarios.
“Nunca había estado en un área de selva tan virgen, tan intacta. Descubrí que la Amazonía no es una sola, son 4 o 5 selvas en una”, afirmó Sena, recordando que vio manglares con pequeños cangrejos, pantanos y bosques de cerrada vegetación, con orquídeas en lo alto de los árboles.
Al día 35 de caminata, Sena aseguró haber escuchado por primera vez algo ajeno a la selva, una motosierra a la distancia. Al día siguiente volvió a escucharla y caminó en esa dirección, hasta que dio con un campamento de recolectores de castañas de Pará, quienes serían sus salvadores.
Maria Jorge dos Santos Tavares, que recolecta hace 50 años castañas junto a su familia, lo ayudó a contactar a su madre para decirle que estaba vivo.
“Me dio comida, me dio ropa limpia. Son personas por las que ahora tengo un cariño enorme”, dijo Sena, quien agregó que “ser salvado por una familia que vive en armonía con la naturaleza le dejó una lección muy grande”.
Sobre el motivo que lo llevó a viajar hacia la mina ilegal, Sena aseguró que “era lo que tenía para conseguir algún sustento”, debido a las complicaciones económicas que trajo consigo la pandemia de COVID-19 y que en Brasil ha dejado 345 mil muertos, según cifras oficiales.
“Necesitaba mantenerme”, explica Sena, que tiene 2.400 horas de vuelo en su haber y trabajó en servicios de taxi aéreo en Brasil y otros países, como Chad.
“A pesar de las circunstancias que me llevaron a hacer ese vuelo, haber sido encontrado por una familia de extractivistas, que trabaja en conexión con la naturaleza, que no agrede la selva, para mí fue mágico”.