Pekín registró el domingo 20 nuevos casos de COVID-19, el número más alto en año y medio, a solo cinco días de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en la capital de China.
Los datos divulgados por la Comisión Nacional de Salud suponen un récord desde junio de 2020 en Pekín, cuyas autoridades confinaron varios complejos de viviendas con residentes infectados y empezaron a practicar test a 2 millones de personas del distrito de Fengtai, donde se detectaron la mayoría de contagios.
Desde el inicio de la pandemia, China ha aplicado una draconiana estrategia de “cero COVID”, con importantes restricciones fronterizas y largas cuarentenas a los llegados del extranjero, además de confinamientos focalizados y cribados masivos cuando aparecía algún caso.
Este enfoque ha permitido a China un nivel de infecciones muy bajo respecto a otras grandes economías. Pero en las semanas previas a los Juegos ha tenido que hacer frente a brotes locales en varias ciudades e incluso en la llamada “burbuja olímpica”.
Este sistema implica que los atletas, delegaciones y trabajadores implicados en el evento deportivo se moverán en un circuito cerrado, completamente apartado del resto de la sociedad china para minimizar el riesgo de que se filtre el virus.
Las aproximadamente 60,000 personas relacionadas con los Juegos deberán, además, someterse a un test de COVID-19 cada día.
Los organizadores anunciaron el sábado un total de 36 casos en la burbuja, elevando a más de 100 el total registrado desde el 23 de enero.
En todo el país, la Comisión Nacional de Salud reportó 54 nuevos casos el domingo.
Se trata de unas fechas complicadas en China para controlar los contagios debido a la celebración del Año Nuevo Lunar el martes, que implica el desplazamiento de millones de personas a sus lugares de origen para celebrar estas fiestas con familias y amigos.