El maestro rural y político novato Pedro Castillo obtuvo el 50.2% de los votos, con una ventaja de apenas 0.4% sobre su experimentada rival Keiko Fujimori, por lo que se convirtió en el presidente electo de Perú: se trata de un ciudadano “de a pie, sin antecedentes de corrupción”.
- Se completó el procesamiento del 100% de las actas de votación, tras los comicios del pasado domingo 6 de junio, informó la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE)
Pedro Castillo es un maestro de escuela primaria que se hace presidente electo tras sus promesas de reescribir la Constitución y redistribuir la riqueza, en una ciudadanía fastidiada por la decadente clase política que ha gobernado Perú en al menos una generación completa.
Un presidente electo fuera de serie
- Un jurado electoral analiza unos 300 mil votos impugnados por Fujimori
- Sin embargo, autoridades no observaron comportamientos fraudulentos
- De seguir su marcha, Pedro Castillo ocuparía la presidencia a fines de julio
El partido de Pedro Castillo, Perú Libre, negó imputaciones de Keiko Fujimori, y los observadores internacionales dijeron que la votación se llevó a cabo de forma transparente. El Jurado Nacional de Elecciones calificó como “irresponsables” las acusaciones sin pruebas de Keiko Fujimori.
En tanto, la Fiscalía de Perú pidió este jueves prisión preventiva para Keiko Fujimori por infringir la prohibición de reunirse con testigos del famoso caso Odebrecht, por el que está bajo investigación la hija del expresidente Alberto Fujimori, actualmente preso por corrupción y violación de derechos humanos.
¿Quién es Pedro Castillo?
El presidente electo de Perú, Pedro Castillo, es hijo de unos campesinos analfabetos, líder campesino y sindical, nacido en el departamento de Cajamarca el 19 de octubre de 1969. Estudió pedagogía en el Instituto Superior Pedagógico Octavio Matta Contreras, y una maestría en Psicología Educativa.
Pedro Castillo es devoto declarado, está casado con la también docente Lilia Ulcida Paredes Navarro, y tiene dos hijos: Arnol y Alondra. El presidente electo se enfrentará a un poder legislativo con mayoría opositora, por lo que sus propuestas de leyes no siempre podrían llegar a buen puerto.