Los 193 países miembros de la ONU alcanzaron un “histórico” acuerdo para crear el primer tratado internacional de protección de los océanos, destinado a contrarrestar las amenazas que pesan en ecosistemas vitales para la humanidad.
El pacto jurídico vinculante para conservar y garantizar el uso sostenible de la biodiversidad de los océanos, debatido durante 15 años, se acordó finalmente tras cinco rondas de largas negociaciones dirigidas por la ONU que concluyeron el sábado en Nueva York.
“El barco ha llegado a la orilla”, dijo la presidenta de la Conferencia de la ONU, Rena Lee, tras un maratoniano último día de negociaciones.
El tratado se considera parte importante de los esfuerzos mundiales por proteger el 30% de la superficie terrestre y marina del planeta para finales de la década, un objetivo conocido como “30 para el 30” acordado en Montreal en diciembre.
Los intereses económicos fueron uno de los principales puntos de fricción de la última ronda de negociaciones, que comenzó el 20 de febrero, con los países en desarrollo reclamando mayor participación en la “economía azul”, incluida la transferencia de tecnología.
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Un acuerdo para compartir los beneficios de los “recursos genéticos marinos” usados en industrias como la biotecnología también siguió siendo un punto de discordia hasta el final, alargando las conversaciones.
Según Greenpeace, es necesario proteger 11 millones de kilómetros cuadrados de océano cada año hasta 2030 para cumplir el objetivo. La contaminación, la acidificación y la sobrepesca suponen una amenaza cada vez mayor.
“Este es un día histórico para la conservación y un signo de que, en un mundo dividido, proteger la naturaleza y a las personas triunfa sobre la geopolítica”, opinó Laura Meller de Greenpeace.
En océanos ahora se podrán crear zonas protegidas
Los océanos se debilitan, víctimas del calentamiento y acidificación del agua, contaminantes de todo tipo y la sobrepesca. Cuando el tratado entre en vigor, se podrán crear zonas marinas protegidas en aguas internacionales.
Un capítulo muy sensible que mantuvo tensiones hasta el último minuto es el principio de compartir los beneficios de los recursos marinos genéticos procedentes de los océanos.
Países en desarrollo que no tienen para financiar costosas expediciones e investigaciones han luchado para no ser excluidos de los beneficios que se esperan con la posible comercialización por farmacéuticas o cosméticas de moléculas milagrosas procedentes de organismos marinos.