Un terremoto de magnitud 6.3 estremeció el miércoles el oeste de Afganistán, informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), en una zona donde el fin de semana murieron más de 2 mil personas tras un sismo similar.
El temblor de poca profundidad se registró a las 05:10 horas con epicentro 29 km al norte de la ciudad de Herat, precisó el USGS.
Inicialmente, no se reportaron nuevas víctimas por el terremoto del miércoles en las cercanías de Harat, una ciudad de más de medio millón de habitantes.
Entre tanto, voluntarios y rescatistas trabajan desde el sábado en la búsqueda de sobrevivientes de la serie anterior de sismos, que destruyeron poblados enteros y afectaron a más de 12 mil personas, según la ONU.
Autoridades locales y nacionales dan cifras diferentes sobre el número de muertos y heridos de los sismos previos, pero el ministerio de Desastres indicó que murieron 2 mil 53 personas.
Sigue la búsqueda de sobrevivientes en Afganistán por el pasado sismo
Equipados con palas y picos, los voluntarios siguen trabajando incansablemente desde que el sábado se produjo el primer terremoto de magnitud 6.3, al que le siguieron ocho réplicas, en la provincia de Herat.
Los seísmos son frecuentes en Afganistán, pero el del sábado pasado ha sido el más mortífero que azotó el país centroasiático en más de 25 años. El lunes, se volvieron a sentir réplicas en la misma zona.
“Hay familias que no tienen a nadie vivo“, revela Ali Mohammad, de 50 años, sobre la aldea de Nayeb Rafi, que antes albergaba a 2 mil familias. “No queda nadie, ni una mujer, ni un niño, nadie”, asevera.
En el pueblo vecino de Siah Ab, se celebraron el lunes funerales para unas 300 víctimas.
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Cientos de cuerpos, cubiertos con una sábana blanca, fueron depositados en el suelo, mientras que los aldeanos oraban.
“Pensé que había soñado, todo ha sido arrasado”, relata Ismail, de 30 años, que, como numerosos afganos, solo tiene un nombre. “No queda nadie”, prosigue.
Según Naciones Unidas, en 11 aldeas del distrito rural de Zenda Jan, situado a unos 30 kilómetros al noroeste de la ciudad de Herat, capital de la provincia de Herat, “el 100%” de las viviendas fue destruida.
Amnistía Internacional pidió al gobierno talibán que garantice que los esfuerzos de rescate y ayuda humanitaria se lleven a cabo “sin discriminación” y que asegure a las oenegés un “acceso seguro y sin restricciones” a las regiones afectadas.
“Es crucial que toda la ayuda responda a las necesidades de los grupos de mayor riesgo, que a menudo se enfrentan a múltiples desafíos en situaciones de crisis, incluidas las mujeres”, señaló Saman Sultani, investigador de Amnistía para Asia Meridional.
La mayoría de las casas rurales del país están hechas de ladrillos y madera. Varias generaciones suelen vivir bajo el mismo techo.
La oenegé Save the Children habló de “una crisis que se suma a otra”. Según su director para el país, Arshad Malik, “la magnitud de los daños es aterradora; el número de personas afectadas por esta tragedia es realmente abrumador”